Tuesday, May 12, 2009

Francisco Javier Sainz Paz.

El estudiante de Salamanca de José de Espronceda

Introducción.

Esta obra de José de Espronceda, de la que ya habían sido publicados fragmentos en publicaciones periódicas desde 1836, fue publicada completa con su volumen de Poesías. Está dividida en cuatro partes, de las cuales las tres primeras son más cortas que la cuarta. La división de estas y la forma en que están ordenadas es algo rara pero corresponden a una intención narrativa. Veamos que si tratamos verla secuencia de la narración, la segunda parte y la tercera, corresponderían a “A” y “B”, respectivamente y la primera y la cuarta a “C” y “D”, pues es la segunda y tercera parte donde nos enteramos de la muerte de Elvira y de Don Diego de Pastrana, información sin la cual no podríamos entender bien la primera y cuarta parte.

Dentro de la narración, nos encontramos con ideas acerca de ciertos tópicos de reflexión que son del interés de la comunidad intelectual del siglo XIX, como es el sujeto ante la realidad, la idealización de esta en cuanto aun deber ser, la libertad del sujeto, el conocimiento y la forma en que este se genera, si por la experiencia o por una iluminación, las limitaciones del sujeto y el destino de éste. Es cierto que la reflexión en torno a estas cuestiones no solo se realizan en durante el siglo XIX, sin embargo, en la obra se encuentra un posicionamiento con respecto a las posiciones que hubo en este periodo histórico, de la pelea entre el racionalismo que todo lo entendía dentro de la ciencias naturales, y el romanticismo, con sus múltiples facetas, tratando de explicarse la naturaleza humana.

Cuado José de Espronceda sale de su país en 1827, viaja a Lisboa a Londres y después a París para regresar a España en 1833, creo yo que es cuando acaba de afirmar sus ideas liberales, a conocer a otra parte del movimiento romántico, a hacer suyo parte del romanticismo inglés y sus ideas, en específico de las de Lord Byron que como ya han visto otros críticos, se encuentra gran influencia de él en la obra de Espronceda. La fuga hacia la utopía y los cuentos, hacia lo inconsciente y los fantástico, hacia la lo lúgubre y lo secreto, el sueño y la locura, el vencer lo desconocido y hacerlo inofensivo, negar lo ordinario, normal y razonable para mostrar el dualidad de la vida1. Estas ideas son la que mostraba el romanticismo inglés, pero más en específico, en Byron, nos encontramos con el héroe solitario señalado por el destino donde hay una incompatibilidad de la exigencias morales del individuo con los convencionalismos de la sociedad, es decir, que la sociedad no logra hacer que el individuo, reafirme su individualidad a través de la sociedad, sino lo contrario, que su individualidad queda subyugada por la sociedad y su organización de sus instituciones, lo que lleva a una pérdida de la fe en los altos ideales, el tedio de la vida, al coqueteo con la vida y la muerte, lo que vuelve a este héroe en un proscrito que todos conocen. No busca el perdón de Dios o de los hombres, no se lamenta de nada, por lo que es áspero y salvaje, ero al mismo tiempo noble y elegante, lo que hace que las mujeres no pueden resistírsele. Es un hombre perseguido por el destino que atrae la perdición para él y aquello que está en contacto con él. Todo esto hace que éste se convierta en un Lucifer.

Pero no sólo creo que haya tenido al romanticismo inglés como influencia, sino a Shakespeare también, pues noto que el personaje de Elvira no corresponde con una mujer de la tradición española, sino más bien con algunas personajes de Shakespeare, en específico, con el de Ophelia de Hamlet, lo cual denotaré cuando aborde la segunda parte de El estudiante de Salamanca de Espronceda.

Influencia de Byron y de Shakespeare. papel de sus viajes en el desarrollo de su pensamiento y su literatura.

Desarrollo.

Parte primera.

Nos encontramos con una Salamanca a media noche, tenebrosa:

Era más de medianoche

antiguas historias cuentan,

cuando en sueño y en silencio

lóbrega envuelta la tierra,

los muertos aparecen,

los muertos la tumba dejan.2


Cuando escuchamos los lamentos de un moribundo, sabemos que han asesinado a alguien, a don Diego de Pastrana. Después se nos narra la huída del asesino, de don Félix de Montemar:

El ruido

cesó,

un hombre

pasó

embozad,

y el sombrero

recatado

a los ojos

se caló.

Se desliza

y atraviesa

junto al muro

de una iglesia

y en la sombra

se perdió.3


Si atendemos al ritmo del verso, podemos notar la asombrosa forma en que logra asemejarse al de las palpitaciones de un corazón, brindando un experiencia estética que nos mete en el ritmo de la narración. Tal vez Espronceda tuvo este cuidado en la forma a causa de la influencia que tubo del romanticismo, pues este movimiento, en su generalidad, se destacó por el gran cuidado en la forma. Adelante de esto, se nos describe la calle por la cual va el asesino embozado, la cual sólo es iluminada por una lámpara que alumbra la imagen de Jesús. Seguido de esto, se nos dice que esa luz se está debilitando. Ante la Salamanca que está e tinieblas, solo hay una luz pequeña que busca hacer recapacitar a don Félix, situación que se repite a lo largo del texto pues siempre tiene muchas oportunidades para arrepentirse de sus actos y “rectificar el camino”.

Cuando aparece el fantasma, se nos dice que ver a este espectro, normalmente atemorizaría a cualquiera, incluso al más temerario corazón, empero, no a don Félix, que camina hacia el espectro con su espada desenvainada y sangrienta. Es aquí cuando Espronceda define a su personaje como:

Segundo don Juan Tenorio,

alma fiera e insolente,

irreligioso y valiente,

altanero y reñidor:

Siempre el insulto en los ojos,

en los labios la ironía,

nada teme y todo fía

de su espada y su valor.4


Don Félix de Montemar tiene todas las características de los don juanes anteriores, sin embargo, este ira mucho mas allá, pues ninguno de los don juanes se le había llegado a catalogar como a un “segundo Lucifer” como veremos en la cuarta parte. Esto y todos los elementos son los que van dándole la originalidad que tiene el texto dentro del marco de las obras escritas en este periodo en España.

Hay una separación en el texto, misma que inicia diciéndonos que las acciones y fechorías de don Félix de Montemar, son conocidas por toda Salamanca:

En Salamanca famoso

por su vida y buen talante,

al atrevido estudiante

le señalan entre mil;

fuero le da su osadía,

le disculpa su riqueza,

su generosa nobleza,

su hermosura varonil.5


Como vemos, a este joven se le disculpa todo, en parte porque pertenece a la nobleza, pero además es su mismo carácter de irreverente lo que hace irresistible, características que Byron también da a sus personajes. También, se nos dice que los disculpa su riqueza, el dinero que posee, tema que es muy recurrente en el romanticismo que observa el dinero transforma las relacione sociales de tal forma que “convierte la lealtad en felonía, el amor en odio y el odio en amor, la virtud en vicio y el vicio en virtud, al siervo en señor y al señor en siervo; la estupidez en talento y el talento en estupidez”6. Vuelve a haber una separación en el texto y nos habla acerca de Elvira, pero en esta separación cambia el ambiente, no es la oscuridad la reina sino la luz y colores brillantes, lo cual ayuda ala caracterización de Elvira:

Bella y más pura que el azul del cielo

con dulces ojos lánguidos y hermosos,

donde acaso el amor brilló entre el velo

del pudor que los cubre candorosos;

tímida estrella que refleja el suelo

rayos de luz brillantes y dudosos,

ángel puro de amor que amor inspira

fue la inocente y desdichada Elvira.7


Inocente, tímida, pura, es como la califica Espronceda. Esta la figura que engañará Félix, lo cual nos muestra un encuentro entre figuras simbólicas opuestas, una pura y otra sucia de alma, el mal que logra engañar al bien sin que le importe las consecuencias de esto. Es así como finaliza la primera parte.

Parte segunda.

Así como al final de la primera parte encontramos colores brillantes, aquí no encontramos tal vez, pero si una “noche serena”, con un “terso” azul en lo cielos, hay una gran descripción de Elvira como un ser puro que abrió por vez primera sus sentimientos, pero nos dice Espronceda:

Son ilusiones que fueron:

recuerdos, ¡ay!, que te engañan,

sombras del bien que pasó…

ya te olvidó el que tú amas,


es noche y esa luna

las mismas son que miraran

indiferentes tu dicha,

cual ora ven tu desgracia. (pág. 104)


Esta es la situación que vive Elvira, en desdicha por Félix que sólo satisfizo sus deseos carnales con ella, pues eso es lo que a él le interesa. Hay una separación y a continuación volvemos a ver el proceso e que el ambiente alrededor de Elvira se hace sombrío, ero también nos muestra el inicio de su locura:

Mas, ¡ay!, dichosa tú, Elvira,

en tu misma desventura,

que aún deleites te procura

cuando tu pecho suspira,

tu misteriosa locura:


que es la razón un tormento,

y vales más delirar

sin juicio, que el sentimiento

cuerdamente analizar,

fijo en él el pensamiento.8


Aquí no encontramos con otra separación pero se continua con la misma línea argumentativa, la locura de Elvira:

Vedla, allí va que sueña en su locura

presente el bien que para siempre huyó.

Dulces palabras con amor murmura:

piensa que escucha al pérfido que amó


Vedla, postrada su piedad implora

cual si presente le mirara allí:

vedla, que sola se contempla y llora,

miradla delirante sonreír, 9

Así se no habla del delirio en que se encuentra Elvira, canta de escoge flores, teje guirnaldas, las tira al río mientras llora y canta de amor. Cree que de nada valen su belleza, amar como “jamás amó ninguna” sin siente desgarrada su alma. Es así como se nos narra que Elvira muere de amor.

Vaso de bendición, ricos colores

reflejó en su cristal la luz del día,

mas la tierra empaño sus resplandores,

y el hombre lo rompió con mano impía.10


Elvira es el vaso de bendición, con si el cristal fuera el contenedor de dicha bendición y el hombre, don Félix de Montemar rompió ese vaso, el cuerpo de Elvira, la asesinó, así como después lo hiciera con su hermano. Pero también, hablando más en general, se nos habla de que estos hombres están asesinando a las personas que tienen. Este párrafo podría dar pie a un tipo de interpretación que diera como fruto el significado social de los símbolos que representan Elvira y Félix, pienso esto ya que no se puede vivir la vida política que llevó Espronceda desde su juventud, empero no me dedicaré a ello pues creo que aún no tengo las herramientas para realizar este análisis. Empero este hombre, rompe violentamente las ilusiones de un ser adjetivizado como puro, inocente, esperanzado y este hombre, es un ser que no le preocupa las normal morales de la sociedad, que su estatus de noble y su riqueza hacen que no se le procese legalmente y que sólo la muerte sea aquella ante la cual no pueda escapar.

Adelante, se nos dice que Elvira antes de morir, despierta de su locura, se topa con su realidad y le escribe una carta a don Félix de Montemar con su moribunda mano, misma que contiene un tono, no enjuiciador para Félix, sino agradeciendo el tiempo que logro estar junto a él, que no desea olvidarlos:

Yo las bendigo, sí, felices horas,

presentes siempre en la memoria mía,

imágenes de amor encantadoras,

que aún viven a halagarme en mi agonía.

Mas ¡ay!, volad, huid, engañadoras

sombras, por siempre; mi postrero día

ha llegado: perdón, perdón. ¡Dios mío!,

si aún gozo en recordar mi desvarío


Y tú, don Félix, si te causa enojos

que te recuerdo yo mi desventura,

piensa están hartos de llorar mis ojos

lágrimas silenciosas de amargura,

y hoy, al tragar la tumba mis despojos,

concede este consuelo a mi tristura:

estos renglones compasivo mira,

y olvida luego para siempre a Elvira.11


El sufrimiento que pasó no lo achaca a Félix, sino a su destino. Antes había mencionado la relación entre Hamlet de Shakespeare, en específico el personaje de Ophelia, y la obra de Espronceda, bueno, primero tenemos que Hamlet atormenta a Ophelia ya que la cree su enemiga, pues se denota lo femenino como símbolo y transmisor del mal, esto no lo encontramos en Elvira. Hamlet ve al matrimonio como una empresa peligrosa con perspectiva alguna de gratificación, lo cual es rasgo de los don juanes y también de don Félix de Montemar. Ophelia es una feminidad adolescente, una heroína tímida, una belleza que se ignora, la trama más débil de la red de personajes, se quebranta con facilidad como resultado de la violencia contenida en el tenso entramado de las relaciones que presenta en Hamlet. Ophelia enloquece porque es su única salida, la evasión de una realidad insostenible y la consecuencia de la frustración de un sincero y puro amor, lo cual provoca que balbuce y cante cosas insensatas que provienen de su delirio. Estas mismas características podemos encontrar en Elvira, quien es un personaje sin experiencias amorosas anteriores, lo que la hace débil en este sentido. Además, Ophelia cuenta con la protección de su padre y de su hermano, y Elvira, cuenta con la de su hermano Diego quien busca a toda costa vengar su honor.

Parte tercera.

Esta parte, denominada por el mismo autor como “cuadro dramático” que cuenta con un gran dinamismo. Aquí nos encontramos con seis jugadores, con don Félix y con don Diego. Desde el inicio, se nos describe el lugar donde están los seis jugadores y a ellos mismos, que tienen en sus semblantes el despecho y el afán “por perder desesperados, / avarientos por ganar”12. La lámpara apenas alumbra, “negras de humo las paredes / de aquella estancia infernal”13. Inmediatamente entramos a otra ambientación tenebrosa. El número seis no creo que sea coincidencia, además de ellos desearían, hasta cierto punto, ser como don Félix, empero no desean condenarse del todo. Cuando don Félix empieza a perder y los demás se tratan de burlar él les dice: “perdida tengo yo el alma, / y no me importa un ardite”14. Es aquí cuando don Félix primero ofrece en apuesta el retrato, tal ves e Elvira, después, cuando uno de los jugadores ve el retrato y dice que desearía poseerla sexualmente, don Félix se la ofrece, además del gran número de veces que jura en vano. Así se llega a la escena tercera y aparece don Diego y es descrito:

Pálido el rostro, cejijunto el ceño,

y torva la mirada, aunque afligida,

y en ella un firme y decidido empeño

de dar la muerte o de perder la vida,


un hombre entró embozado hasta los ojos,

sobre la juntas cejas el sombrero:

víbrale el rostro al corazón enojos,

el paso firme, el ánimo altanero.


Ante la llegada de don Diego todo se tensa, le pide hablar a solas y Félix le dice que si Dios le envía, que pierda la oportunidad de convertir a los demás pues el aguarda su absolución. Don Diego le dice que su hermana ha muerto y sarcásticamente don Félix le dice que tal vez fue una calentura. Es entonces que don Diego lo reta a duelo, pero Félix le dice que el hecho de que él lo mate no la va hacer resucitar y que si él lo mata luego va a venir otro a reclamarle, lo cual causa la ira de don Diego. Se baten a duelo y es don Félix quien sale victorioso.

Parte cuarta.

Después de asesinar a don Diego de Pastrana, don Félix ve en la calle a una mujer, le habla pero obtiene respuesta, pero se da cuenta de un ambiente sombrío a su alrededor y dice:

Dios presume asustarme: ¡ojalá fuera,

Dijo entre sí riendo, el diablo mismo!

Que entonces, vive Dios, quien soy supiera

el cornudo monarca del abismo.15


Al decir esto la lámpara que alumbraba el cristo se encendió y a la mujer del vestido blanco vio enfrente arrodillada, pero don Félix no cesa de maldecir, incluso cuando la imagen de cristo derrama lágrimas por él, pero todo lo achaca al vino. La luz se apaga a causa del fuerte viento y la mujer se pone de pie y empieza a caminar y don Félix tras ella pues no le importa quien sea, sólo porque es una dama, entonces la dama emite un gemido, que don Félix no entiende, pues sólo aquello que han tenido roto el corazón podía entender:

quien haya sentido quererse del pecho

saltar el corazón a pedazos roto el corazón;

crecer su delirio, crecer su despecho;

al cuello cien nudos echarle al dolor;


ponzoñoso lago de punzante hielo,

sus lágrimas tristes que cuajó el pesar,

reventando ahogarle, sin hallar consuelo,

ni esperanza nunca, ni tregua en su afán…

Aquél, de la blanca fantasma gemido,

única respuesta que a don Félix dio,

hubiera, y su inmenso dolor, comprendido,

hubiera pesado su inmenso dolor.16

Pero don Félix no entiende y al contrario sigue con su actitud, incluso la mujer le dice que hay riesgo en seguirla, que le pesara y ofenderá al cielo y don Félix le dice que el goza el presente, por lo que la dama le dice que sólo se cumplirá el designio de Dios. Así empieza a caminar y ve un funeral y ve espectros por todas partes pero lo sigue achacando a su embriaguez. Pero al ver que el ataúd lo llevan a él también se asusta y reniega. Le dicen que lleva al estudiante endiablado, es entonces que la dama le dice que cada paso que da es una paso que adelanta hacia su propia muerte, ante lo cual responde con su misma altanería ante la vida. Al entrar al castillo, todo se vuelve fantasmagórico, ve espectros por todas partes, pero nunca se asusta:

Grandiosa, satánica figura,

alta la frente, Montemar camina,

espíritu sublime en su locura,

provocando la cólera divina:

fábrica frágil de materia impura,

el alma la alienta y la ilumina,

con Dios le iguala, y con osado vuelo

se alza a su trono y le provoca el duelo.


Segundo Lucifer que se levanta

del rayo vengador la frente herida,

alma rebelde que el temor no espanta,

hollada sí, pero jamás vencida:

el hombre en fin que en su ansiedad quebranta

su límite a la cárcel de la vida,

y a Dios llama ante él a darle cuenta,

y a descubrir su inmensidad intenta.17


En su recorrido Montemar empieza a descender y empieza a darse cuenta que un poder supremo se ha “mezclado”, no le teme, pero quiere saber que está pasando, ante lo cual se agudiza el carácter tenebroso y fantasmal del ambiente, ella le da la mano y siente un golpe en corazón, se suelta pero ella lo abraza, pues es Elvira, muerta, hecha esqueleto quien a está besando ahora y Diego de Pastrana quien le está perdonando. Así muere don Félix de Montemar.

Bibliografía.

Espronceda, José de. Poesías Líricas. El estudiante de Salmanca. España. Espasa-Calpe, 2003. Págs 97-149 págs.


Hauser, Arnold. “ El romanticismo alemán y el de Europa occidental”. Historia social de la literatura y el arte II. Desde el rococó hasta la época del cine. 2ª. ed. Introd. de Valeriano Bozal. Trad. A. Tovar y F.P. Varas-Reyes. Barcelona, España. DeBolsillo, 2005. Págs. 178-244. (Col. “Ensayo-Arte”).


Lloréis, Vicente. “Poesía. Espronceda”. El romanticismo español. 2ª. Ed. Madrid, España. Editorial Castalia, 1999. Pags, 459-516.


Bloom, Harold. “George Gordon Byron”. La compañia visionaria, Lord Byron-Shelly. Trad. por Marinao Antolin Rato. Ed. Por Eduardo Stupía y Pablo Hernández. Buenos Aires, Argentina. Adrina Hidalgo editora, 1999. Págs. 7-93.

Claramunt López, Fernando. “Hamlet y la psicopatología”. Guía de Hamlet. Cord. Pot Ester sánchez Pardo. Madrid, España.Ed. Fundamentos, 1987. Págs. 129-142.










1 Hauser, Arnold. El romanticismo alemán y el de Europa occidental. Historia social de la literatura y el arte II. Desde el rococó hasta la época del cine. 2ª. ed. Introd. de Valeriano Bozal. Trad. A. Tovar y F.P. Varas-Reyes. Barcelona, España. DeBolsillo, 2005. Pág. 95. (Col. “Ensayo-Arte”).

.

2 Espronceda, José de. Poesías Líricas. El estudiante de Salmanca. España. Espasa-Calpe, 2003. Pág. 97. (Col. “grandes clásicos universales”).

3 Ibíd. Pág.98

4 Ibíd. Pág. 99-100.

5 Ibíd. Pág. 100.

6 Marx, Carlos. “Manuscritos económico filosóficos de 1844. Tercer manuscrito”. Carlos Marx y Federico Engels. Obras fundamentales. Marx. Escritos de juventud. Trad y colec. Dirigida por Wenceslao Roces. 1ª. Reimp. México. FCE, 1982. Pág. 620. (Col. Obras fundamentales de Marx y Engels…1).


7 Ibíd. Pág. 101.

8 Ibíd. Pág. 105

9 Loc Cit..

10 Ibíd. Pág. 107.

11 Ibíd. Pág. 108.

12 Pág. 110.

13 Loc. Cit.

14 Ibíd. Pág. 114.

15 Ibíd. Pág. 125.

16 Ibíd.Pág. 128.

17 Ibíd. Pág. 139.

No comments: