Tuesday, May 12, 2009

Trabajo acerca de la poesía, la noche y la vida en tres poesías de Pablo Neruda en Residencia en la tierra

Francisco Javier Sainz Paz


Introducción

Residencia en la tierra es el cuarto libro de Pablo Neruda, antes nos encontramos con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, El habitante y su esperanza y Anillos. Varios especialistas, entre ellos Hernán Loyola, nos muestra que el poeta busca ir más allá de la poesía erótico-sentimental de los veinte poemas, pero también un cambio de visión donde el habitante es residente y problematizar con otros temas, pero desde una línea mas concreta, lo profético, nombrado así por Hernán Loyola, para describir los momentos de degradación y el orgullo de lo hecho, donde sobresale un tarea de descifrar las acciones y la vida. Pero lo profético se ve desde dos ángulos, una desde una cosmovisión donde como muchos poetas modernas se tocan temas como la noche, la poesía, el dolor, pero desde su punto de vista. El otro, donde el yo se en relación con distintas situaciones donde es afectado. He escogido tres poesías, de las primeras escritas para Residencia en la tierra que corresponden a la visión profética pero desde la creación de una cosmovisión, pues creo que es donde encontramos un cambio drástico en comparación a lo que había venido escribiendo Neruda, pero sin dejar de lado su visión particular del mundo, donde la vida está en el centro de todo, la noche el sueño, el dolor, la alegría. También he intentado hacer un análisis métrico que no resultó muy fructífero pues los versos no tienen una uniformidad silábica salvo en ciertas partes, empero los acentos rítmicos, siempre uniformes en el texto, nos muestran la complejidad de la obra de Neruda donde se conjuntan una gran cantidad de tipos de versos pero siempre respetando el ritmo, la sonoridad. Sería interesante hacer un análisis isotópico donde pudiéramos mostrar la diferencia del vocabulario utilizado para cada idea como naturaleza, dolor, sueños y escritura, además de la resimbolización que hace con varias palabras como polvo y cenizas, abejas, bueyes. Esta es la forma en que está estructurado el trabajo.

Galope muerto
Como cenizas, como mares poblándose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde el alto de los caminos
cruzar las campanadas en cruz,
teniendo ese sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo
en el mismo molino de las formas demasiado lejos,
o recordadas o no vistas,
y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente verdes.
Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma,
esas ruedas de los motores, en fin.
Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos sus colas.
Es que de dónde, por dónde, en qué orilla.
El rodeo constante, incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos, guardabajo, y cuyos cuernos quieren soñar.
Por eso, en lo inmóvil, deteniéndose, percibir.
entonces, como aleteo inmenso, encima,
como abejas muertas o números,
ay, lo que mi corazón pálido no puede abarcar,
en multitudes, en lágrimas saliendo apenas,
y esfuerzos humanos, tormentas,
acciones negras descubiertas de repente
como hielos, desorden vasto,
oceánico, para mí que entro cantando
como con una espada entre indefensos.
Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomas
que hay entre la noche y el tiempo, como una barranca
húmeda?
Ese sonido ya tan largo
que cae listando de piedras los caminos,
más bien, cuando sólo una hora
crece de improviso, extendiéndose sin tregua.
Adentro del anillo del verano
una vez los grandes zapallos escuchan,
estirando sus plantas conmovedoras,
de eso, de lo que solicitándose mucho,
de lo lleno, obscuros de pesadas gotas.
Asumo que esta poesía es acerca de la poesía misma, donde el galope es el ritmo, pero está muerto como cualquier texto, es el hombre lo que hace de él un texto con un mensaje vivo como veremos. La poesía son cenizas, restos que ha dejado el hombre de su obra, pero también es vida, es un “mar poblándose”, es algo informe en continuo crecimiento, como la obra humana, a esto se refieren los dos primeros versos. Los siguientes versos nos hablan de su sonoridad, sobre todo cuando escuchamos el “cruzar las campanas en cruz” que con cierta onomatopeya nos recuerdan la sonoridad de la poseía, que se eleva por los caminos más altos y que es tan vieja esta manifestación que es polvo, pero no está muerta sino en movimiento, pues es recuerdo de aquello que l hombre a olvidado mirar, su entorno, como el perfume de la ciruelas “que rodando a tierra/ se pudre en el tiempo”.
La poesía, tan viva y tan inmóvil, en comparación a la acción humana, a los motores sin fin, pero no ajena a ella, parte de la visión que tenemos del mundo, como las secas costuras con las cuales están hechas las ideas acerca de las cosas, de la naturaleza que percibimos.
Cuando Neruda se pregunta de donde viene, a donde va y en orilla reside, no sabe bien que contestarnos pienso yo empero, nos menciona como esta rodea lo incierto, lo mudo, aquello callado del hombre, que justamente lo hace ser hombre, sus defectos, sueños e ideas, que no desaparecen y siempre estarán presentes y siempre querrán sonar
Es en eso inmóvil, la poesía, que resurgen y revoltean las pasiones hombre, aquellas que este no puede contener y sobrepasan su ser para ser expresadas. Aquí las abejas muertas, nos muestran las pasiones asesinadas así como lo innombrable los números pues no se habla de una en específico sino de todos y de ninguno. Pero la poesía es la espada que nos protege, pues busca su expresión organiza de sentimientos no ayuda a reflexionar lo expresado, el dolo, la alegría, no son sentimientos en sí, sino para sí.
Aún así se pregunta de qué está hecha la poesía, que para él ocupa ese lugar intermedio entre la noche y el día, el sueño y la razón. Cabe destacar aquí que muestra una postura muy interesante entre dos concepciones, ante el romanticismo donde la poesía se escribe en estado hipnótico como lo describe Albert Beguin, donde la poesía se aleja de la realidad y muestra lo más escondido del alma humana, y por otro, donde es la realidad misma la que debe de tener un peso total en la obra y hablar de el hombre y su problemática social sin más. Neruda nos muestra una idea donde la poesía es el espacio entre el sueño y la realidad donde se conjunta todo, una síntesis que nos lleva a la vida misma. La “barranca húmeda” no tiene un sentido destructivo, pues es adjetivo “húmeda” brinda una connotación erótica y de disfrute, como si no conduciera la poesía al disfrute de la vida en todas sus dimensiones.
Este sonido, esta manifestación tan antigua que va forjando nuestro camino sin tregua, sin límites, contiene nuestra emociones, las gotas más pesadas y obscuras de nuestro ser.
Ahora ya he mostrado que no se mantienen un número uniforme de sílabas en el texto, empero, siempre encontramos 4 acentos en cada verso, lo cual nos habla de una unidad rítmica que se manejó a lo largo del texto. Poeta modernos Neruda, se inscribe en esta tradición reflexionando como tantos otros acerca de la poesía misma desde la poesía.

Unidad
Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,
repitiendo su número, su señal idéntica.
Cómo se nota que las piedras han tocado el tiempo,
en su fina materia hay olor a edad,
y el agua que trae el mar, de sal y sueño.

Me rodea una misma cosa, un solo movimiento:
el peso del mineral, la luz de la miel,
se pegan al sonido de la palabra noche:
la tinta del trigo, del marfil, del llanto,
envejecidas, desteñidas, uniformes,
se unen en torno a mí como paredes.

Trabajo sordamente, girando sobre mí mismo,
como el cuervo sobre la muerte, el cuervo de luto.
Pienso, aislado en lo extremo de las estaciones,
central, rodeado de geografía silenciosa:
una temperatura parcial cae del cielo,
un extremo imperio de confusas unidades
se reúne rodeándome.
Hay al desconocido, siempre presente y e igual, una esencia inherente a todo, que se puede ver en las piedras, en tiempo que ha estado presentes, en el mar que rodea todo. Es así que vemos que el sujeto de la disertación es la noche, pero como un espacio donde ocurren ciertas cosas, que trae sales, que nos muestra una idea negativa, como ideas turbadoras y sueño como anhelos pero también como inquietudes. El “peso del minera” y la “luz de piel” pueden ser la luna, pues mineral y luz podrán dar esa idea.
Todo se une a él haciendo una pared, un límite que marca un espacio, un tiempo vital de todos los objetos. Vemos adelante un idea barroca de la muerte como la compañera que está a nuestro lado siempre, a la que por más que busquemos escapar de ella esto será imposible. Nos encontramos con el cuervo de Poe que gira alrededor de la muerte y que está de luto, pero aquí creo que también se simbolizan los diferentes cambios de etapa que va sufriendo el hombre, las estaciones que ya se fueron, en su duración en nosotros, lo cual lo hace reflexionar en ese extremo imperio que es la vida, tan confuso, lleno de muerte, de cambio y que nos llena siempre.
De igual forma el poema no tiene una uniformidad silábica pero en el ritmo sí pues en cualquier verso podemos encontrar 4 acentos rítmicos
Sonata y destrucciones
Después de mucho, después de vagas leguas,
confuso de dominios, incierto de territorios,
acompañado de pobres esperanzas
y compañías infieles y desconfiados sueños,
amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,
oigo en mi corazón mis pasos de jinete,
muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,
y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,
aquel que vela a la orilla de los campamentos,
el viajero armado de estériles resistencias,
detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,
me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.
Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,
y en mi sesión de atardeceres sin perfume,
en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,
y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,
adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,
mi golpe de plata y mi pérdida eterna.
Ardió la uva húmeda, y su agua funeral
aún vacila, aún reside,
y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.
Quién hizo ceremonia de cenizas?
Quién amó lo perdido, quién protegió lo último?
El hueso del padre, la madera del buque muerto,
y su propio final, su misma huida,
su fuerza triste, su dios miserable?
Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,
y el testimonio extraño que sostengo,
con eficiencia cruel y escrito en cenizas,
es la forma de olvido que prefiero,
el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,
la cantidad interminable que divido
con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.
Después de todo lo que he pasado, lo confuso, lo incierto, los engaños que he vivido, sigo por la misma senda y aunque sigo viviendo los males que me acogen dentro de lo sombrío con vagas resistencias, tengo mi escritura que me ayuda a entender esto, mi brazo de piedra, pesado debido a la carga que lleva, como si estuviera destinado a escribir mi sufrimiento, como la mano de metal de López Velarde que se convierte en una autómata.
Hay en mi experiencia, aquello que conozco muy bien, bastante dolor, pero también me reconozco en ese dolor pues es parte de esa experiencia de vida que he acumulado. De mis demonios y mis pérdidas ha nacido mi poesía, donde el dolor y la alegría, conviven ante todas las decepciones que han sucedido.
Aquí el poeta toma conciencia de lo que ha hecho su poesía, “Quien ha hecho ceremonia de cenizas”, pero también regresa al tema del texto como un ente inmóvil pero vivo; quien ha convertido el sufrimiento en ceremonia, en algo bello, apreciable pero también en cenizas. El hueso del padre nos habla de su difícil relación con su padre, el buque muerto de su adolescencia, aquello dejado y abandonado pero no olvidamos, todo hasta este momento donde los mismos y nuevos dolores le acompañan.
Así el poeta acecha su dolor y lo escribe, porque es la forma en que el ha decidido llevarlo consigo, pero también van con el su esperanza, sus sueños y todas sus experiencias.
De los tres poemas este un poca mas de uniformidad métrica, variando entre dodecasílabos, tridecasílabos y tetrasílabos y algún verso compuesto mas largo. Todos con cuatro acentos rítmicos en cada verso
Bibliografía.

Neruda, Pablo. “Galope muerto”, “Unidad” y “Sonata y destrucciones”. Residencia en la tierra. Ed. Y prol. De Hernán Loyola. 8ª. Ed. Madrid, España. Cátedra, 2005. (Col. “Letras hispánicas…254”).
Loyola, Hernán. “IV Retornando al día”, “V Rangoon: trajes y viajes”. Neruda. La biografía literaria. Santiago, Chile. Plantea-Seix Barral, 2006. Pags 213-326. (Col. “Biblioteca Breve”).

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