Wednesday, September 27, 2006

La Alternativa Bolivariana para América (ALBA)
Una aproximación desde México
. *

A Gustavo Vargas Martínez,
estimado y admirable docente,
investigador y difusor del ideario
bolivariano.



Durante ya varios años, los núcleos de avanzada del pueblo de México, y de muchos otros países latinoamericanos, agrupados en sindicatos, y en organizaciones políticas y sociales, han rechazado contundentemente la imposición de los proyectos económicos y políticos que Washington le ordena implementar a sus gerentes generales, hoy convertidos en nuestros gobernantes. Su plan es reducir a nuestras naciones al rango de sucursales, y desgraciadamente lo están logrando.

Tras concretar la firma y puesta en operación del abusivo tratado de libre comercio de América del Norte (TLC) firmado con México, y que no a servido sino para saquear a nuestro país, el imperialismo Norteamericano busca imponer un tratado de libre comercio en toda Latinoamérica llamado (ALCA) Acuerdo de Libre Comercio de las Américas; ahora tratan de extender homogéneamente la reglamentación del saqueo a todo el continente, ya no les basta con las oleadas privatizadoras impuestas por sus incondicionales en casi todos los países de la región, ahora tratan de disolver lo poco que queda de los Estados

* Parte del presente trabajo fue elaborado con base en los materiales de una investigación documental y de campo - aún inédita- realizada en Venezuela durante 2004 por Tiempos Modernos. Presentada como ponencia en el primer Congreso Bolivariano de los Pueblos capítulo México, efectuado en la Cd. de México el 4 y 5 de dic. de 2004.





nacionales de manera uniforme para imponer un nuevo orden
supra nacional en donde las transnacionales puedan depredar sin
obstáculo alguno. Y es que tras la firma del ALCA, vendrían en cascada modificaciones constitucionales aún mas lesivas que las

ya efectuadas por los gobiernos pro yankees, las cuales prácticamente terminarían por diluir a los respectivos Estados, los cuales, a pesar de su carácter clasista se veían obligados a funcionar como un dique entre las poblaciones y los efectos de maremoto producidos por un capitalismo sin control alguno.

Ante este panorama, es importante contar con una alternativa concreta para nuestros pueblos; una alternativa que evite que México y los demás países de la región incrementen los costos sociales que han venido pagando desde que comenzaron a entregar de manera sistemática Menem, Salinas, Fujimori y otras aves de mal agüero, los recursos naturales y humanos al capital norteamericano.

Comenzar a reconstruir el hilo de continuidad entre Santa Anna y Fox

El ALCA es tan notoriamente lesivo a los intereses de los pueblos que no es difícil hacer infinidad de contra propuestas, pero para hacer propuestas alternativas que en verdad tengan viabilidad política, es preciso preguntarnos - aunque sea muy brevemente - como llegamos los ricos y grandes países latinoamericanos a la actual situación de fragmentación, desunión y consecuente postración frente al imperialismo norteamericano. Es indispensable reconocer como ha implementado Washington su proyecto de dominio a lo largo de nuestra historia, en el caso de México, tenemos que reconocer una larga y tristemente celebre lista de personeros mexicanos que han impedido la unidad latinoamericana, debemos ubicar sus diferentes tácticas y comprender como se articulan éstas con la estrategia imperialista de dominación. Reconstruir el largo hilo de continuidad entre Santa Anna y Fox, equivale a contar con todos los elementos críticos para construir un proyecto de nación democrático, incluyente y de cara a la unidad latinoamericana.

Tal objetivo será producto de un trabajo colectivo mucho mas amplio, en este folleto vamos a acercarnos un poco a la problemática, y para ello vamos a situarnos por unos momentos en Tacubaya, México, a fines del año de 1827, en donde a iniciativa de Simón Bolívar, se discutía la creación de una confederación de naciones latinoamericanas. Asistieron las siguientes representaciones diplomáticas: El ministro plenipotenciario de la gran Colombia, nación integrada por los actuales territorios de Ecuador, Colombia y Venezuela, así una representación centroamericana y funcionarios del gobierno mexicano.

La reunión era la continuación de una serie de iniciativas que la diplomacia bolivariana venía impulsando con el objetivo de construir la “patria grande”, es decir, la gradual creación de un inmenso y poderoso Estado latinoamericano con bastos recursos naturales y humanos. Bolívar ya había impulsado con anterioridad otro congreso con carácter preparatorio en Panamá; el de Tacubaya inauguraría el nacimiento de la federación. A estos congresos se les llamó anfictiónicos, en remembranza a la confederación que integraban las ciudades griegas de la antigüedad.

Aún antes de la unificación, la gran Colombia propuso a México un acuerdo comercial entre iguales, cuya primera medida era la reducción de impuestos al comercio entre los países firmantes del acuerdo; mismo del que se excluía a los estadounidenses

Al igual que hoy, las intervenciones extranjeras estaban a la orden del día, por lo que se preveía la organización y el escrupuloso financiamiento de un enorme ejercito de 60 mil efectivos (en ese momento el ejercito norteamericano disponía de una fuerza mucho menor), así como la creación de una flota, bajo la dirección de un comando naval unificado que salvaguardaría la integridad territorial y apoyaría la lucha de los patriotas cubanos y puertorriqueños, quienes aún estaban bajo el dominio español. Perú se incluía en la alianza con dos escuadras de barcos que patrullarían el pacifico. Es importante señalar que los respectivos Estados miembros contaban con los recursos económicos y humanos para llevar esto a cabo.

Razón por la cuál el gobierno de los Estados Unidos, atento ante el grave peligro que para sus intereses expansionistas representaba la unión latinoamericana, envió a México a Joel Poinsett, un hábil ministro de asuntos exteriores con amplia experiencia en asuntos políticos concernientes a la América hispana, el cuál venía con la consigna de que la alianza no se concretara.

Una vez en México, Poinsett contó con la ayuda de un grupo de incondicionales, entre los que encontramos a Lorenzo Zavala, mexicano quien desde esas fechas ya realizaba todas las gestiones necesarias para permitir los asentamientos anglo sajones en Texas con el objetivo de lograr la separación. Pero la responsabilidad de la mayor parte de las gestiones que bloquearon la creación de una América Latina fuerte e independiente, es de Don Valentín Gómez Farías, posteriormente vicepresidente y después presidente de la república. En ese momento era dirigente de la logia yorkina y agente del gobierno norteamericano, quien junto al ministro Poinsett saboteó el congreso de Tacubaya por todos los medios posibles, finalmente alineó a sus incondicionales en el Senado, los cuales lograron conformar una mayoría que rechazó aprobar los acuerdos, poniendo así punto final a la iniciativa unitaria de Bolívar. Al igual que hoy, la mayoría de nuestros legisladores se negaban a mirar hacia el sur.

Las consecuencias de la desunión fueron funestas para todos los países del continente, en especial para México, ya que habiendo transcurrido apenas nueve años del fallido congreso de Tacubaya, el naciente imperialismo norteamericano - con la complicidad de Santa Anna - nos arrebata el estado de Texas y diez años mas tarde, sufrimos una sangrienta y costosa guerra de invasión, perdiéndose más de la mitad de nuestro territorio.

Pero además del despojo territorial, las consecuencias del aislamiento político, militar y comercial con las jóvenes repúblicas de Centro y Sud América, se ampliaron al terreno del sometimiento financiero (en este punto nuevamente es necesario recordar a Santa Anna) y al inicio de una relación comercial entre países desiguales, que por supuesto contribuyó grandemente al proceso de acumulación capitalista de los Estados Unidos y al mismo tiempo bloqueó el desarrollo mexicano, haciéndonos el país dependiente que ahora somos.

Gómez Farías y Santa Anna nos siguen gobernando, salvo cortos periodos, nunca han abandonado el poder, cambian de color, de membrete, un sexenio llegan disfrazados de universitarios de Harvard y otros de ex gerentes de la coca cola, pero siguen ahí, confundiéndonos con su demagogia, pendientes por todos los medios de que no comprendamos cual es la estrategia de dominio del imperialismo; procurando que nos confundamos y no ataquemos el centro de sus planes.

Sin embargo, apoyados desde la historia podemos encontrar la manera de derrotar su estrategia de dominación, veamos:

El ALCA exige a los países integrantes del área de libre intercambio comercial eliminar las barreras al comercio de bienes y servicios, así como a la inversión. Esto debe entenderse como la renuncia a la intervención del Estado para allanar el camino a la hegemonía del mercado, pero la debilidad de los diversos aparatos productivos nacionales latinoamericanos, impiden aprovechar las aparentemente grandes oportunidades de exportar que ofrece un área de libre comercio. Tenemos enfrente un acuerdo de libre comercio entre países profundamente desiguales, de nada sirve tener permiso de los gringos para exportar aguacates, si tenemos que importar reactores.

Además, se establecen candados para que los países que pierden en el intercambio, siempre pierdan, esto debido a las restricciones sobre la intervención del Estado en sus respectivos procesos de industrialización, situación totalmente inequitativa, pues los procesos de industrialización y reconversión industrial en los Estados Unidos, Europa, Japón y Corea, no hubieran sido posibles sin la intervención directa de sus respectivos Estados, quienes llevaron a cabo políticas públicas que organizaron los procesos educativos, productivos y comerciales, realizando en todos estos ámbitos fuertes inversiones.

Límites de los movimientos sociales en la lucha anti imperialista

En realidad se trata de un proyecto Geo político de dominación que pasa por la destrucción de los ya de por sí débiles Estados latinoamericanos, único instrumento potencial con el que podrían contar los pueblos para hacer frente al imperialismo; desde luego que para que los Estados puedan ser utilizados como dique de contención frente al imperialismo, los diversos e importantes movimientos sociales del sub continente deben darse cuenta de que la simple acumulación de fuerza social, no puede ocupar por si misma los espacios políticos desde donde se podría resistir efectivamente; o se reconvierten en entes políticos sin abandonar sus objetivos iniciales, o se buscan alianzas con los partidos y organizaciones políticas (o sectores de ellos), dispuestos a concretar institucionalmente los avances obtenidos mediante la presión social. Recientemente Emir Sader, sociólogo brasileño, quien a estudiado los procesos de construcción de la hegemonía popular, a comenzado a analizar los tropiezos del movimiento indígena y campesino en Bolivia y Ecuador; sus apreciaciones aunque aún son muy generales, podrían ser muy importantes para comprender porque la izquierda social en México tiene una baja vocación de poder.

En América Latina, México incluido, en los niveles en que sea posible (nacional, estatal, municipal), la presión social se debe intentar cristalizar en políticas gubernamentales instrumentándolas a través de los partidos que, siendo real o nominalmente populares, se les imposibilite para retroceder en lo fundamental gracias a un amplio cerco social; en este sentido una cuidadosa alianza con sendos candados es imprescindible para evitar el desgajamiento de nuestros Estados. Paradójicamente, estos últimos son un instrumento de dominación de la clase capitalista, pero al mismo tiempo, son actualmente el único instrumento con el que la lucha anti imperialista podría concretar avances que le permitieran después, pasar a la ofensiva.

En este punto es donde es urgente contar con un proyecto de nación incluyente, y que siente las bases para transitar a un sistema superior de participación en la toma de decisiones, generación y distribución de la riqueza, para empezar a delinearlo, es importante saber claramente lo que no debe ser:

Recordemos que frente a los acuerdos de libre comercio impulsados por la Casa Blanca, se esgrimen básicamente dos posiciones: una que se conforma con regatear algunas condiciones de integración y la otra, que se propone utopías autárquicas, en las que es posible encerrarnos en nuestras fronteras, evitando felizmente de tajo todo el mal que pudiera traernos el comercio internacional, ambas posturas, aunque de intencionalidad diferente, objetivamente le son igualmente funcionales al imperialismo. Lo que necesitamos es un programa de desarrollo endógeno (interno), sí, pero considerando que es inevitable el comercio exterior, y aún deseable si se realiza en condiciones de igualdad y de él se extrae algo mas que simples utilidades mercantiles. De eso trata la Alternativa Bolivariana para América (ALBA), prolongación contemporánea de los medios y objetivos delineados por Simón Bolívar.

El ALBA impulsa la conformación de mecanismos para crear ventajas cooperativas entre las naciones participantes. Establece fondos compensatorios para corregir las disparidades que ponen en desventaja a los países cuyo aparato productivo es débil y que por esa razón sus economías terminarían de ser destrozadas al firmar un acuerdo como el ALCA

El ALBA no proscribe las negociaciones comerciales con los Estados Unidos, pero las supedita a que antes se concreten alianzas estratégicas entre los países de la región, para negociar en bloque mejores condiciones de intercambio. Sin embargo, no se trata de reunir a las pauperizadas economías de la zona para buscar el menor saqueo posible, se trata de desarrollar la región para en primer lugar comenzar a elevar la calidad de vida de los pueblos -tal y como sucede actualmente en Venezuela - y en un segundo momento, a contribuir a la creación de un mundo multipolar que ponga equilibrio a un imperialismo norteamericano que después de la caída de la Unión Soviética, a impuesto una hegemonía casi absoluta sobre el planeta.

Estado fuerte y democracia participativa y protagónica

En ningún lugar del mundo la aplicación de las recetas neo liberales que prescriben la reducción de la intervención estatal en la economía, han hecho que el nivel de vida de la población mejore, todo lo contrario, por eso en el ALBA es importante la intervención del estado en la orientación económica, tanto en el proyecto para América Latina, como en su práctica actual en Venezuela.

Para lograr una verdadera autonomía, nuestros Estados deben lograr una profunda industrialización en el campo y la ciudad, siempre dentro de los marcos del respeto al medio ambiente, para conseguir este objetivo, el papel del Estado es imprescindible en varios sentidos:

Para garantizar la posesión y optima utilización de los recursos naturales existentes, (hidrocarburos y bio diversidad fundamentalmente) con el fin de utilizarlos para impulsar la industrialización en cadena de otros sectores de la producción, por lo que es necesario organizar el país en materia educativa e infraestructural; además esto permitiría atraer y organizar flujos de capital en condiciones tales que, se reduzca y elimine la extracción de plusvalía absoluta, de esta manera, también podemos insertar la inversión extranjera en el desarrollo en cadena de los sectores que componen el aparato productivo y al mismo tiempo mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.

Pero al mismo tiempo que hablamos de un Estado fuerte, hablamos de un Estado controlado y dirigido por procedimientos democráticos avanzados, en el que el término democracia no coincide con la noción de democracia procedimental a la que estamos acostumbrados, se trata de una democracia participativa y protagónica, en la que el control de las funciones del estado no termina en el momento en que el elector deposita su voto en la urna y la responsabilidad pasa a un representante, en la propuesta del ALBA y en la realidad política cotidiana que se vive hoy en Venezuela, los ciudadanos además del voto universal, disponen de instrumentos constitucionales para sancionar y vigilar el funcionamiento no sólo de los diferentes niveles gubernamentales, sino incluso para acceder a la vigilancia fiscal, laboral y ecológica de las empresas privadas. El principio de corresponsabilidad cruza la constitución bolivariana, por eso la participación, no sólo es una superación de la democracia formal, sino que es también un requerimiento funcional que agiliza una mejor gobernabilidad en un marco socio – político complejo y en constante acoso político.

Pero el espacio de intervención popular no se limita a este ámbito, los lineamientos estratégicos desprendidos de la constitución bolivariana, incluyen la participación comunitaria en el proyecto de desarrollo de la industria, la agricultura y los servicios, a través de la modalidad llamada economía social, la cual es impulsada a través de dos programas básicos: El desarrollo de actividades productivas autogestionarias, donde convergen formas de propiedad distintas, entre las que contamos empresas comunitarias y empresas campesinas. El segundo programa es una organización de las micro finanzas, desprendidas de la ley de cooperativas, e instrumentadas a través del banco del pueblo soberano y del banco de la mujer, de manera que puedan tener acceso a los recursos financieros y a la asistencia técnica las comunidades populares y autogestionarias, las empresas familiares y las micro empresas.

Un ejemplo de la inserción y relativa importancia de la economía social tanto en el plan de desarrollo económico, como en el plano de los equilibrios políticos, lo tenemos en el servicio de distribución de combustible que tradicionalmente estaba en manos de un puñado de grandes empresarios y burócratas de Petróleos de Venezuela, los cuales poseían flotillas compuestas por miles de pipas, y durante el pasado paro patronal impulsaron el boicot contra la industria petrolera. Hoy la distribución en todo el país está asegurada por medio de flotillas nuevas que están en manos de cooperativistas financiados por el estado e insertos en el lugar adecuado.

Las políticas de promoción de la equidad en la óptica bolivariana abandonan los programas de “combate a la pobreza” o de “protección de grupos vulnerables”, los cuales se inscriben en un marco de aparente neutralidad política, dejando intactos los mecanismos que reproducen la miseria, pues son políticas públicas compensatorias destinadas a contener lo más posible una explosión social, pero que no pretenden insertar a los excluidos dentro de las cadenas productivas, que es precisamente lo que se debe hacer.

Para establecer un contraste entre las dimensiones y alcances de los programas cooperativistas antes señalados y el programa de micro créditos de Vicente Fox, hay que señalar que éste recientemente aceptó en su programa radiofónico que el promedio de los montos otorgados es únicamente de cuatro mil quinientos pesos por persona agraciada.

En las consideraciones del poder bolivariano, para poder insertar a la ya mencionada economía social en las cadenas productivas, se debe contar con un proyecto claro que cuente con una palanca de desarrollo. Precisamente de eso se trata la nueva estrategia petrolera llamada “Una industria industrializadora”; el proyecto parte de sostener y mejorar la capacidad de exportación de crudo y refinados primarios, además de apoyar aguas abajo, a los proveedores de bienes y servicios conexos, así como apoyar el desarrollo de la investigación que soporte el proceso de expansión de la industria, privilegiando en ambos casos a las empresas e instituciones nacionales.

Hay ya avances en la intensificación de la entrega prioritaria de los productos de refinación a las industrias procesadoras nacionales que generarán insumos químicos o productos finales para la exportación o para la industria nacional, con lo cual se profundizará el tejido industrial. El proyecto de industrialización inicia pues, con una proyección hacia abajo y hacia adentro de los hidrocarburos y en general de la energía; la des-petrolización de la economía Venezolana es correlativa a un proceso de industrialización a mediano y largo plazo propiciado por sus energéticos, en especial por el mismo petróleo. Basandose en los principios rectores del ALBA y en las líneas generales del plan de desarrollo económico y social, podemos afirmar que esa es la manera de conformar un capital público, privado y social nacionales, capaces de irradiar hacia otros países del área, siempre en los marcos de desarrollo solidario del ALBA.

Es importante señalar que los energéticos derivados del petróleo están en proceso lento pero creciente de sustitución, debido a los proyectos de generación eléctrica en el río Orinoco y afluentes: actualmente Venezuela ya abastece a grandes zonas del norte de Brasil y Colombia, además la posibilidad de concretar la interconexión de las cuencas del Orinoco y el Amazonas, abrirían una enorme zona de desarrollo industrial, energético y comercial. En este sentido, un verdadero proceso de acumulación es imposible sin que la industrialización llegue al punto de hacer máquinas que hagan máquinas o fábricas que hagan fábricas, pero nuestros mercados latinoamericanos considerados por separado son muy débiles para poder acceder a ese grado de desarrollo; únicamente integrándonos sería posible dar un paso de esa magnitud.

Para evitar confusiones, hay que señalar claramente que ni el proyecto de desarrollo económico anti imperialista contenido en el ALBA, ni el empoderamiento de la población que representa la democracia participativa y protagónica son medidas socialistas, pero pavimentan el camino hacia el socialismo, si las masas las profundizan adecuadamente.

Todos felices: Argentina con petróleo y Venezuela con frijoles

En materia de cooperación energética, la Alternativa Bolivariana para América, avanza en la concreción de una gran empresa petrolera, (Petroamérica, antes planteada como Petro Sur) conformada inicialmente por las industrias respectivas de Venezuela, Brasil y Argentina, lo cual representa un gran paso integracionista .

Pero la unidad latinoamericana también resuelve problemas urgentes de manera sencilla: En Marzo de 2004, los medios informaron a la población argentina que sólo había gas y combustible para unas cuantas semanas, la supuesta razón era que la congelación de tarifas en combustibles y servicios públicos (producto de las movilizaciones populares) había desalentado las inversiones, lo cuál había frenado la producción. En realidad se trataba de un chantaje de las empresas energéticas privatizadas - en su mayoría extranjeras - para obligar al gobierno a acordar la política económica del país con ellas. Así las cosas, en abril, Alí Rodríguez Presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), visitó Buenos Aires en el marco de una gira programada con bastante anterioridad, tras reunirse con Kirchner, acordaron un sencillo trueque: Argentina recibiría el combustible y gas que necesitaba, pagando con granos, vegetales y carne. Punto final al chantaje empresarial en Argentina y al desabasto de carne y fríjol en Venezuela.

Todos los proyectos enunciados y muchos otros imposibles de citar por razones de espacio, pero que contribuyen al desarrollo y la equidad, parten de la existencia de un estado a la vez fuerte y democrático. En México, vivimos a contracorriente de éstos procesos de reformas constitucionales anti imperialistas; en el mejor de los casos aspiramos a evitar las privatizaciones, es decir, vivimos exclusivamente a la defensiva; por lo que es preciso insistir en que en nuestro país, esos han sido tradicionalmente los límites de los movimientos sociales, pero ahora éstos necesitan pasar a la ofensiva política, sea repensando una reconversión hacia la política que no supedite sus intereses concretos, sino que mas bien los potencie, o buscando una alianza con fuerzas políticas o grupos de ellas que defiendan una plataforma análoga a lo que plantea el ALBA, para poder institucionalizar avances hacia la consolidación de una política anti imperialista.

Esa sería la mejor manera de sumarnos, aunque sea lenta y gradualmente, a la creación de un bloque regional latinoamericano, ya que esa es la única posibilidad que tenemos de construir un desarrollo no dependiente y solidario, así como de ampliar nuestra capacidad de negociación y soberanía frente a los Estados Unidos.

Hace 177 años el problema de fondo que hoy nos afecta, la unidad latinoamericana, ya estaba claramente planteado; cuando los diplomáticos de Bolívar ofrecían una alianza que pudiera resguardarnos a todos de los intereses de las potencias, nuestros entreguistas gobernantes le dieron la espalda al proyecto, y decidieron mirar al norte, en ese momento la fragmentación y falta de claridad de los sectores populares no pudieron evitarlo.

En éste siglo XXI, los sindicatos, las organizaciones campesinas, vecinales y estudiantiles, así como las agrupaciones políticas democráticas y de izquierda, y en general todo el campo popular estamos obligados a construir colectivamente una vocación de poder que nos permita mirar al sur.
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Para saber más:

- Bolívar y Marx, otro debate sobre la ideología del libertador, Gustavo Vargas Martínez, Ed. Domes, México, 1983.
- Reflexiones sobre el sueño bolivariano de la patria grande, Gustavo Vargas Martínez, Ed. Diógenes, México 1985.
- Cinco equilibrios para una nueva república, Hugo Chávez, múltiples ediciones, 1998. En Internet basta con poner el titulo en cualquier buscador.
- Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), documento rector, Hugo Chávez, Ed. Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, Caracas, 2002.
- www.aporrea.org

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