Tuesday, May 12, 2009

Trabajo acerca de la obra Juntacadáveres de Juan Carlos Onetti.


Francisco Javier Sainz Paz

Introducción

En la obra nos encontramos con una sociedad de valores puritanos, una provincia que busca modernizarse para llegar a ser una ciudad capitalista, pero en este proceso, surgen los vicios que tienen estas ciudades, como es la prostitución, producto de la enajenación y animalización de los sentidos y las necesidades humanas Vemos que aquellos que no querían este establecimiento por razones de índole moral, demuestran que la única moral a la cual responden es a la del interés de acumular capital, por lo que admiten el prostíbulo y lo utilizan. Aquellos que logran quitar el establecimiento, lo hacen sin entender que este fenómeno es de índole cultural y que negando la contradicción esta no va a desaparecer sino que llegará el momento de su agudización. Estas ideas son las que busco desarrollar en ciertos puntos de la novela, como es la llegada de Larsen con las prostitutas, el nacimiento del prostíbulo y su realización, con el Falansterio, la relación entre Jorge Malabia y Julita y la desmantelación del prostíbulo

La llegada e Junta y sus cadáveres

El recibimiento que Santa María, "baluarte de las más puras tradiciones,"1 hace a las prostitutas, ya de por sí descoloridas, es de lo más desolador: el paisaje descolorido y quieto donde la pareja de viejos se empequeñecía titilante, donde más allá de la Experimental, un rayo de luz, un solo, delgado y duro, bajaba tardío para iluminar el arribo de las mujeres a Santa María, declarada ciudad unos meses atrás2. Este ambiente de languidez, a la vez soporífera y exasperante para Larsen y las nuevas habitantes de la ciudad, resulta como una losa insoslayable que ha de pesar en toda la narración con una persistencia continua. Pero la soledad de las calles continúa entrando en el Ford como las nubes de tierra ardiente y nada puede asordar las negativas que les repite Santa María, dormida y desplomada en medio de la tarde3. La descripción del ámbito humano que puebla la ciudad no es más halagadora que la soledad que invade la disposición urbanística. Las gentes de Santa María, hasta entonces inexistentes como bloque humano, tienen el carácter moral y la abulia de los habitantes de cualquier pueblo de provincias. De este modo, las mujeres se amodorran en su ignorancia pueblerina con vanos destellos de lucidez: "las mujeres… sintieron por un instante que tenían algo decisivo que decirse; parpadearon abúlicas y soñolientas, seguras que nunca habrían de descubrirlo."4 Este recibimiento es el que se le otorga a Junta y a las mujeres ajadas que vienen a crear un prostíbulo. Pero, ¿por qué y para qué? Y ¿cuál es el significado de este establecimiento en la ciudad de la liberación?

El origen del prostíbulo
El prostíbulo surge como idea de Euclides Barthé, el farmacéutico de Santa María, de sufragar la publicación de un semanario con los beneficios, quinientos pesos mensuales, de la instalación, en ese "poblacho que ahora llaman ciudad,"5 de un burdel. Dos obstáculos se interponen en la consecución de este proyecto; en primer lugar la reiterada negativa del Concejo a aprobar la moción de Barthé para la instalación del prostíbulo; en segundo lugar la falta de experiencia de este último en la organización de un establecimiento de esas características. El segundo obstáculo queda salvado por la ilusión de Larsen, macro de unos cincuenta años establecido en El Rosario con el tutelaje de cuatro cadáveres—prostitutas deformadas por el tiempo—, de crear el prostíbulo perfecto, lo que provee a Barthé con la persona que se encargue de la administración y la instalación del establecimiento.
El primer obstáculo, tras cinco largos años de intransigentes negativas, queda resuelto cuando los conservadores, movidos por el interés de la concesión del puerto, envían a Díaz Grey a comunicarle a Barthé la propuesta de Arcelo de concederle el visto bueno a su proyecto del prostíbulo a cambio de su apoyo en la concesión del servicio de los changadores: "Los conservadores quieren su voto para la concesión de changadores. Si usted la vota, ellos se comprometen a aprobar el proyecto del prostíbulo."6 Tras cuatro días de indecisión promovidos por su orgullo, Barthé accede a dejarse chantajear por los conservadores y pide a Díaz Grey que medie entre él y Larsen, con quien Barthé—después de haberlo mantenido estancado en ese "poblacho que ahora llaman ciudad,"7 por cuatro años—no mantiene una relación muy amistosa, para obtener la cooperación de Larsen en el proyecto del prostíbulo.
Se origina así el prostíbulo en la arista del interés lucrativo del farmacéutico enfocado hacia el fomento cultural y la ilusión de un macro venido a menos por salvar su pasado; su interés, es la reproducción de capital. Dentro de la lógica textual de la narrativa onettiana se puede postular la creación del burdel perfecto como la afirmación de su derrota en el intento de crear un espacio acto para el goce masculino. Recuérdese que una de las primeras imágenes que adornaban la cuidad estaba dominada por los exuberantes senos de Elena Salas ofrecidos, de buen grado, a la contemplación de Díaz Grey; la ciudad era engendrada como el espacio donde se superaba la decadencia corporal asociada con el tiempo lineal para contribuir al esparcimiento sensual masculino. En la posterior visión del mismo terreno, las mujeres son cadáveres desmañados que trafican con sus mercancías putrefactas mercancía que satisface la necesidad sexual del hombre pero de una forma animalizada, es decir, que el acto por el medio del cual satisfacen su necesidad, en vez de reafirmarlos como seres humanos, los afirma como un sujeto que interactúa de un modo inmediato con su realidad.

El prostíbulo

Juntacadáveres, apodo de Larsen, alberga la ilusión del burdel perfecto junto con la mujer perfecta: "pensó que había nacido para realizar dos perfecciones: una mujer perfecta, un prostíbulo perfecto”8. Larsen recibe noticia del interés de Barthé, en sus habilidades para la producción de un burdel, en El Rosario, donde se deja vivir arropado por cuatro prostitutas ajadas por el tiempo: "En El Rosario había estado perdido, entregándose sin luchas visibles a la inercia y el paso del tiempo"9. Hastiado de esta existencia, Larsen cree en la idea del prostíbulo como un medio de contribuir al beneficio de la humanidad, al gozo inmediato de la humanidad y con ello está conforme. De este modo, después de vender todas sus pertenencias—con excepción de un fonógrafo en el que gusta de escuchar los tangos de Gardel—, sale para Santa María donde consiguió un empleo en la administración de El Liberal [diario de Santa María fundado por Agustín Malabia, abuelo de Jorge Malabia] y estuvo, sistemáticamente, sin placer, conociendo el pueblo y sus habitantes, prodigando a los hombres la torcida sonrisa de su juventud, buscando clientes para el futuro hipotético y esforzándose por descubrir qué clima, qué trato, qué tarifa, qué estatura de mujer preferían10. En esta situación de espera, ante las negativas del Concejo a la construcción del prostíbulo en Santa María, la relación de Larsen con Barthé, quien considera a aquél "un hombre despreciable, pero necesario," se va haciendo más tensa. Es despreciable para él, pues ve en Larsen una actitud repulsiva, pero al ver que puede utilizarlo para su beneficio, no le importa aprobar lo que en realidad le desagrada. Pero de igual forma para Larsen, pues para él es un medio para construir su sueño de una mujer perfecta y el prostíbulo perfecto.
Tras la aprobación por parte del Concejo del proyecto de Barthé, Larsen, dolido por la artimaña de este último de enviar a Díaz Grey, deniega su cooperación a la petición de Díaz Grey; para luego acceder—en una visita a Barthé en la que su orgullo queda eclipsado por la utopía del lenocinio perfecto—a prestar su colaboración en la organización del burdel bajo los términos acordados en un principio; esto es, la organización del prostíbulo sin ninguna ayuda económica inicial por parte de la ciudad y el compromiso de pagar quinientos pesos mensuales a Barthé para sufragar la publicación de un semanario. La ilusión de Larsen no se representa en estado puro, sino mezclada con la desconfianza en su realización. Esta desconfianza se genera en su juventud, cuando conoció a María Bonita para darse cuenta "de que la realización de los ideales depende del grado de renunciamiento de que seamos capaces; esta seguridad se transformo luego en dogma y no habría de abandonarlo el resto de su vida"11. Es este un nuevo guiño textual que enmarca a Larsen dentro del paradigma del héroe onettiano caracterizado por la gris certeza de la imposibilidad de cambiar ni de conseguir nada digno.
Los cadáveres y el prostíbulo

Larsen sale para la capital con intención de reclutar las mujeres necesarias para el establecimiento. A su regreso a Santa Maria, Junta solo puede reunir tres cadáveres: Maria Bonita, Nelly e Irene. Esto lo pone de manifiesto el mismo Larsen cuando comenta el estado de sus prostitutas "Ya no tienen quince años y están vestidas como para enfriar a un chivo"12. Nelly es un cadáver adiposo, de cabellos rubios; la más joven de las tres. Irene es un cadáver raquítico. Ambas alocadas cenicientas de saldo de risa sardónica. Maria Bonita es una mujer al borde de la madurez que ha compartido parte de su juventud con Larsen; es la más juiciosa de las tres. El cadáver con quien Junta ha de intimar. El prostíbulo se ubica en la costa; en "la casa de las persianas celestes,"13 alquilada al padre de Jorge Malabia. Permanece abierto de martes a domingo; siendo el lunes el día de descanso para los cadáveres tutelados. Sus horas de operación eran desde la caída del sol hasta las dos de la mañana; "pero en las noches del sábado el límite era puesto por la cantidad y el entusiasmo de los visitantes"14. El lunes, día de descanso, Nelly, la rubia, e Irene, la gorda, salen a pasear por las calles y los establecimientos de Santa María; caminan abstraídas en sus continuas risas sardónicas, compran sin preguntar el precio, ignoran el desprecio de la ciudad expresado con letras mayúsculas en un silencio provincial, arrastran un miedo inconsciente que les impide distinguir otra cosa que "manos y pedazos de piernas, una humanidad sin ojos que podía ser olvidada en seguida”15. Maria Bonita se abstiene del paseo del lunes y de gastar su sueldo en los establecimientos de Santa María, prefiere permanecer en la casa de la costa con Larsen pues había visto y oído el desprecio del pueblo, espontáneo, sin agresividad, como un cambio en el estado del tiempo que los incluyera a todos, hombres y mujeres, a los frentes de sus casas y al declive de las calles16. Noche tras noche, tras una lucrativa jornada de negocios, diez pesos por servicio, Larsen se dirige— "acariciando la pistola con la misma distraída unción con que oprimía a veces la medallita que le colgaba del cuello"17 —hacia el Berna a beber con Vázquez—admirador silencioso—, para luego retirarse a su pieza, donde hastiado del silencio de los gringos, de los mulatos, de los blancos sanmarianos, incrimina la abulia de Santa María por su incapacidad de mostrar síntomas de desprecio: --Pueblo jodido, pueblo de ratas—murmuraba Junta al sentarse en la cama y calzar las zapatillas; lo enfurecía y lo desconcertaba no encontrar, mediodía tras mediodía, un objetivo concreto de odio18. Después de las burlas y las críticas iniciales; Santa María condena al prostíbulo al silencio; al olvido. De tal modo que salvo aquel lento viaje de las dos mujeres durante dos o tres horas en las tardes de los lunes, el pueblo sólo tenía con la casa de la costa la relación impersonal que establecían machos furtivos y nocturnos19. Creo que Larsen ve, que aunque el pueblo se convierta en ciudad, aunque a él lo corran, hay un destino trágico que no podrán eludir, que la ideología cerrada y conservadora no cambiará, que legaran otros vicios pero al fin de al cabo seguirá siendo un pueblo de grandes dimensiones.
El Falansterio

La historia del Falansterio es relatada por Lanza, un gallego exiliado de la guerra civil española que busca la verdad mientras corrige galeras en El Liberal para ganarse la vida, cuyo trato se ha ganado el respeto y el cariño de Jorge Malabia en largas noches de tertulia mediada por abundante cerveza en El Berna. Lo que da pie al relato es la observación que Lanza da de la agresiva actitud de Marcos Bergner contra el comercio carnal del lenocinio. Para poner en entredicho la pretendida virtud de su concuñado es que Lanza relata a Jorge la historia del Falansterio. Según Lanza, el proyecto consistía en la creación de una comunidad autónoma de producción y consumo donde Todos los pioneros contaban con un respaldo económico para ayudar en el no admitido caso de sequías, peste, golpes de granizo, época de vacas flacas. Habría peones, por supuesto, para que los hombres pudieran concentrarse en la tarea intelectual de dirigir y planear. Chinitas humildes para que los niños no molestaran demasiado y para que día a día las comidas estuvieran a punto y hora y, también por supuesto, se trataría de una labor cooperativa en lo que se refiere al reparto de las ganancias. Bueno una comunidad cristiana y primitiva basada en el altruismo, la tolerancia, el mutuo entendimiento20. Entra en esta comunidad Moncha88, hija del adinerado Insurralde, de la mano de Marcos con fines de conocerlo antes de contraer matrimonio con él. Después de seis meses, la vasquita Insurralde sale precipitadamente del Falansterio y se embarca para Europa. En cuanto a las razones de esta súbita partida, Lanza reconoce la incapacidad del grupo de los elegidos por coincidir en una hipótesis valida; acabando siempre "en la nada, en la cáscara vacía"21. De cualquier modo, Marcos Bergner para aliviar la aflicción de la marcha de Moncha se entrega a un culto báquico de desenfrenado intercambio sexual con las restantes parejas y demás representantes del sexo bello que regentaban la comunidad. Convirtiendo el sistema de producción y de consumo autónomo del Falansterio en una idílica comunidad de intercambio sexual. Lanza concluye el relato con la observación de 88. De este modo, el espacio sanmariano transciende los limites textuales de una obra particular para extenderse en un macrocosmo escritorial que abarca la eternidad de sus personajes. Que resulta curioso ver y oír a su pariente Marcos organizado una Santa Cruzada contra el humilde prostíbulo que regenta en la costa el ciudadano Larsen, por mal nombre Juntacadáveres… [en comparación con lo] que Marcos tuvo y conoció en el breve tiempo idílico del inolvidable Falansterio22. El Falansterio parece así cumplir la función de un espacio alternativo devenido en una—para la moral de la ciudad—depravada arena sexual. Es de notar la similitud del destino de Santa María y el Falansterio; como en el caso de este último, Santa María ha de fracasar en su intento primero de ser un espacio de salvación para degenerar en el escenario donde un macro frustrado trata de cargar con las astillas de un sueño ajeno.
La relación entre Jorge Malabia y Julita

Julita, mujer rubia de "treinta años o cerca,"23 es la viuda de Federico Malabia, hermano mayor de Jorge. Jorge Malabia es un chico de "dieciséis, diecisiete años."24 Entre Julita y Jorge existe una relación enfermiza. Ella trata de recuperar a Federico en la imagen de su hermano. Él le regala palabras. Ella se siente feliz con la idea de tener un hijo, que, independientemente del genero, sea Federico; con la recreación de la atmósfera de Federico cuando las muchachas de la Acción Cooperadora vienen a redactar los anónimos; con los besos en la boca que da a Jorge; con el billete de cien pesos que le da para que alivie el deseo que ella genera. Él se siente esclavizado por un deseo enfermizo y reconfortante por ella. Jorge Malabia, como buen personaje onettiano, necesita el calor de una mujer: su corazón y su cuerpo. Esto resulta patente durante toda la narración. Jorge expresa este sentimiento matizado por un elevado espíritu intelectual: "Me estoy viendo y acepto: débil, puro, incapaz de soledad, sin más destino posible que ser un elemento en la existencia de otro, otros”25. Jorge tiene todas las papeletas para entrar en la multitud de mascaras tras las que se cubre el primer actor de toda esta gran comedia que es la narrativa sanmariana. No en vano su idiosincrasia queda tocada por la nebulosa intelectualidad de los afectados por la enfermedad indefinible cuando dice "Nada de lo que es importante puede ser pensado, todo lo importante debe arrastrase inconscientemente con uno, como una sombra"26. Sin embargo el cariz de su relación con Julita es de una complejidad nueva dentro del cosmos textual onettiano: Jorge es un adolescente que trata de calmar su ardor sexual en la retocada locura de unos ademanes prohibidos. Es así pues un escalón más hacia la degeneración del mundo sanmarino.

El desmantelamiento del prostíbulo

Los anónimos escritos por las muchachas de la Acción Cooperadora eran fruto del temor inculcado en ellas por la comunidad puritana de Santa María. Su fin: limpiar la ciudad de las suciedades traídas por el prostíbulo. En ellos se vincula, de manera clara y efectiva, la decadencia física con el placer clandestino que se ofrece en la casa de las persianas celestes. Estos anónimos, cuya redacción implica una severa vigilancia del fugitivo y de su relación con la victima, dejan constancia del grado de fanatismo que había generado la instalación del burdel en Santa María. Los miembros y allegados de La liga de los Caballeros de Santa María, una liga originada en el intento de impedir el pase de una película de divulgación científica donde se mostraba "el proceso de un parto normal y los detalles de una cesárea,"27 eran los encargados de la tarea del espionaje escudados del sentido del ridículo por la conciencia de estar llevando a cabo un deber social con "Santa María, baluarte de las más puras tradiciones"28. Véase un ejemplo de estos pasquines en el enviado a María Mann, hija del propietario de uno de los negocios que lindan con la farmacia de Barthé: Tu novio Juan Carlos Pintos, estuvo el sábado de noche en la casa de la costa. Impuro y muy posiblemente ya enfermo fue a visitarte el domingo, almorzó en tu casa y te llevó a ti y a tu madre al cine. ¿Te habrá besado? ¿Habrá tocado la mano de tu madre, el pan de tu mesa? Tendrás hijos raquíticos, ciegos y cubiertos de llagas y tu misma no podrás escapar al contagio de esas horribles enfermedades. Pero otras desgracias, mucho antes, afligirán a los tuyos, inocentes de culpa. Piensa en esto y busca la inspiración salvadora en la oración29. El tono escatológico de los primeros anónimos cambia al tono más elevado de los de la última época. El pecador de manos sucias debe saber que la amistad con el demonio es enemistad con Dios. Basta resistirse al diablo para que él huya; no ay, pues, excusa. Vuestra risa será lloro y vuestra alegría aflicción porque el rostro del Señor está sobre los que hacen mal. Si Dios condenó a la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, tornándolas en cenizas, sabrá atormentar a los pecadores de Santa María. El Señor te reprende. Debes sacar tres copias de esta epístola y hacerlas llegar a las almas que tú sepas pueden necesitar este aviso30. Valga también transcribir un póster que rezaba "Queremos novios castos y maridos sanos" sostenido por la hija del panadero y la nieta gigantesca de Küttel. El resultado de estos anónimos es el desmantelamiento del prostíbulo por orden del gobernador. Junta y los cadáveres se ven obligados a dejar Santa María. Santa María era el espacio de Brausen y sus otros; un espacio creado por y para su expresión y su conocimiento. Sin Larsen la ciudad queda abandonada a la moral de la plebe. El prostíbulo, que Lanza puntualiza como el estandarte de la lucha por la libertad y la civilización31 es clausurado por la moral sanmarina. Es importante notar que gran parte de la narración de Juntacadáveres es narrada desde la primera persona del plural; es decir, desde la perspectiva de Santa María. Como se apunto con anterioridad, el tercer espacio pasa a ser un reducto de la sátira más negra encaminada hacia la expresión de la decadencia humana del propio creador. Lo único que queda en Santa María es el conjunto humano en el que Díaz Grey parece haberse disuelto.

Bibliografía.

Onetti, Juan Carlos. Juntacadáveres. Madrid, España. Alianza, 1981.

Curiel, Fernando. “XI. El suplicio e juntacadáveres”. Onetti: Obra y calculado infortunio. México, 1980. Pág. 157-162.

Adams, Michel Ian. “Juan Carlos Onetti: Alination and fragmented image”. Three autors of alienation. USA, University of Texas press, 1975. Págs. 37-80.




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Fin.

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