Tuesday, May 12, 2009

Acerca de la novela Hijo de hombre de Augusto Roa Bastos

Francisco Javier Sainz Paz


Introducción.

La literatura es el producto de un trabajo creador, intelectual. Dicho trabajo se caracteriza por la apropiación de la realidad concreta y objetiva que se plasmará de forma escrita utilizando recursos retóricos de la lengua provocando mayor interés en el lector a través de los valores humanos, que son el valor estético de la obra; los valores humanos hacen que el hombre mismo se haga objeto de su reflexión como sujeto histórico social dentro de una sociedad.
Vista esta definición creada por mí a través de varias lecturas, misma que es sensible de carecer elementos, buscaré a través de ella analizar Hijo de hombre de Augusto Roa Bastos, empero incluiré algunas reflexiones políticas que pienso yo que se desarrollan a lo largo de la novela, ya que, al igual que varios teóricos, pienso que no existe la neutralidad ideológica y que todo pensamiento de laguna forma representa la visión y actuar político de los individuos. Además, pienso que en cada obra artística, y más en la novela por su capacidad de profundizar en los actantes como ningún otro género, podemos encontrar una concepción de mundo, una ontología, una ética, entre otras expresiones humanas. Creo que tengo razón en pensar esto ya que también Roa Bastos, en sus comentarios respecto de esta, su primera novela, ha dicho que su intención es mostrar la realidad cruda, la realidad con todas sus contradicciones, entre ellas la falta de un identidad nacional. Es por esto que está en búsqueda de la ideología paraguaya, de definir la identidad del hombre latinoamericano y mostrarle que tiene esperanza, por lo que tiene que adentrarse en la realidad profunda de los individuos, de la sociedad. <<…Mi “proyecto” de novela ha consistido, pues en una primer momento, en escribir una contrahistoria, una réplica subversiva y transgresiva a la historiografía oficial. […] Las leyes internas del texto, a través de los códigos que el texto mismo segregaba poco a poco, me impusieron una transformación necesaria: la contrahistoria debía convertirse en una intrahistoria y simultáneamente, en una transhistoria. […] Apoyándose en referencias concretas, a las que se superponen sin solución de continuidad los “anacronismos necesarios” —alusiones más o menos explícitas al Paraguay actual—, el pasado se vuelve prisión, mirada crítica, condena el presente tanto más significativas si se piensa que la dictadura de Strossner trata de darse una legitimidad presentándose como la continuación ideal del gobierno de Francia…>>1.Podríamos confundirnos con que sus reivindicaciones acerca de la novela y las políticas son marxistas, pero erraríamos, ya que sus bases teóricas e ideológicas poco tiene que ver con esta teoría. Rafael Barret, Monseñor Hermenegildo Roa y Hérib Campos Cerrera, fueron sus maestros que lo indujeron en su posición del misticismo laico y en su moral cristiana, que eran preceptos también de su literatura comprometida con la miseria de los pueblos latinoamericanos.
Mi análisis está conformado por la reflexión acerca de cuatro personajes, Gaspar, Macario, Cristóbal y Miguel. No ahondaré mucho la cuestión de la llamada bipolaridad en los capítulos impares, más son una fuente importante para analizar, sobre todo, al personaje de Miguel Vera.

Gaspar Mora.

Es en el capítulo primero donde nos encontramos con Gaspar y con Itapé, lugar que se encuentra en la miseria y sirve como imagen de lo que ocurre en los pueblos de Latinoamérica. Es aquí donde nace Gaspar Mora, quien es descrito de esta forma: “— ¡Fue un hombre justo y bueno! —insistió Macario—. Hizo su trabajo. Ayudó a la gente. Todo lo que hizo tenía fundamento. En todas partes hay huellas de sus manos, de su alma limpia, de su corazón limpio…Donde suene un arpa, una guitarra, un violín, lo seguiremos oyendo…”2. Esto describe Miguel Vera: “Gaspar olía a madera, de tanto haber trabajado con ella. De lejos venían a busca sus instrumentos y pagaban lo que el les pedía. No era tacaño. Sólo dejaba lo suficiente para comprar sus materiales y herramientas. El resto lo repartía entre los que tenían menos que él. Levantaba las deudas de los agricultores a los que el fuego, el granizo a las langostas habían inutilizado sus plantíos. Compraba opas y bastimentos para las viudas y los huérfanos”3.
Con estas dos citas podemos encontrar una serie de valores humanos que nos convocan a reflexionar sobre nosotros mismos. Gaspar mora, como todo humano, se autoafirma como humano en su trabajo, se entiende como sujeto histórico-social al transformar la naturaleza; es ejemplo de que el hombre es producto de una larga evolución, mediante la cual, “ha podido alcanzar su desarrollo en la razón de la necesidad, la urgencia material”4. Muestra que su naturaleza humana se ha forjado en su proceso de transformación de su entorno, de objetivación de la naturaleza, prolongación objetivada de él, manifestación inmediata de su individualidad, pero también de su sociedad. También encuentro que es en la producción material donde se da la producción histórica de los sentidos esenciales del hombre. Es decir, En su trabajo, el construye la manera en que se relaciona con los hombres y la naturaleza. Su trabajo no es acumular capital sino para cubrir sus necesidades humanas y ayudar a los demás; así como muchos muebles de varias personas fueron tallados por Gaspar, en cada objeto se encuentra la manifestación de su individualidad, su recuerdo.
Cuando Gaspar queda enfermo de la enfermedad del Lázaro, concibe la posibilidad de que podría contagiar a alguien si se quedaba en e pueblo, lo que ocasiona su huida hacia el monte; esto le dice al hachero que lo encuentra: <<…–No le doy mano a nadie. Solamente a esta…–señaló el instrumento –. A ella no la puedo contagiar…>>5. Cuando lo encuentra Macario y otros, es Macario quien le dice que ya esta sufriendo mucho, que regrese para curarlo, Gaspar le responde:”… –¿Sufro? Sí, sufro. Pero no por esto… – se hecho una mirada hasta los pies –. Sufro porque tengo que estar sol, por lo poco que hice cunado podía por mis semejantes…”6.
Gaspar muere y es cunado es enterrado en el monte; deciden ir a recoger su guitarra y quemar la choza pero se encuentran al cristo de madera que había sido labrado por Gaspar. “…¡Es su hijo! Lo dejó en su reemplazo…”7; fue lo que dijo Macario ante la propuesta de enterrar “la talla junto al cuerpo del leproso”. El cristo fue llevado a la iglesia. El padre lo rechaza: “…Sí…mis queridos hermanos… Es cierto que tiene la figura de Nuestro Señor Jesucristo. Pero el enemigo es astuto. Usa muchos recursos. Es capaz de tomar hasta la propia figura del Redentor… –recogió el aliento y prosiguió en tono de admonición –: Y sino, piensen bien quien talló esta imagen… ¡Un hereje, un hombre que jamás pisó la iglesia, un hombre impuro que murió porqué!…”8. Macario contesta de la siguiente forma: “…Lo trajimos del monte, como silo hubiéramos traído a él mismo. No está emponzoñado por el mal. La lluvia lo lavó y purificó cunado la traíamos. ¡Y mírenlo! Habla por su boca de madera… Dice cosas que tenemos que oír… ¡Óiganlo! Yo lo escucho aquí… –dijo golpeándose el pecho – ¡Es un hombre que habla! ¡A Dios no se le entiende…, pero a un hombre sí!… ¡Gaspar está en él!… ¡Algo ha querido decirnos con esta obra que salió de sus manos…, cuando sabía que no iba a volver, cuando ya estaba muerto!…”9.
Este es el hijo de Gaspar Mora, el hijo de hombre. Fue creado por el hombre. Pareciera que utiliza la tesis de Fuerbach de que Dios, solo existe por el hombre; sin él Dios no existiría. Ese cristo leproso, como cualquier otro objeto, es prolongación sensible del sujeto, que como cualquier producto del trabajo humano, no reconocemos en él, nos autoafirmamos como creadores de naturaleza humanizada, donde vertimos nuestra subjetividad y todos nuestros sentimientos. El cristo representa todo esto; ellos ven a Gaspar Mora en ese cristo como continuación de él Pero también Gaspar simboliza a todos los individuos, a las sociedades latinoamericanas oprimidas, que han luchado por la simple tolerancia de sus tradiciones. Todos estos pensamiento se desarrollarán de dos maneras distintas en Cristóbal y en Miguel, pero ambos compartes estas bases como veremos más adelante.



Macario Francia.

Macario es descrito así por Miguel Vera: sus relatos “…tenían el olor y el sabor de los vivido. […] Era la memoria viviente del pueblo. Y sabía cosas más allá de sus linderos. Él mismo no había nacido allí. Se murmuraba que era un hijo monstreco de Francia…”10. Decía que: “…–El hombre, mis hijos, –nos decía –, es como un río. Tiene barranca y orilla. Nace y desemboca en otros ríos. Alguna utilidad debe prestar, Mal río es le que se muere en un estereo…”11.
En estas citas podemos observar cómo un personaje reúne toda la ideología y conocimientos de un pueblo; es símbolo de toda una concepción de mundo. Por ejemplo cuando dice: “…¡El cometa lo volverá atraer…Le clavaron las manos y los pies… Pero el cometa lo despertará y lo volverá a traer del monte…”12; también podemos verlo aquí: “…–Porque el hombre, mis hijos – decía repitiendo casi las mismas palabras que Gaspar –, tiene dos nacimientos. Uno al nacer, otro al morir… Muere pero queda vivo e los otros, si ha sido cabal con el prójimo. Y si sabe olvidarse en vida de sí mismo, la tierra toma su cuerpo, pero un recuerdo…”13. Macario es aquel que posee los vestigios de lo que ha acontecido, pero también, s con él y con Gaspar que Kiritó hace su concepción de mundo. Vera tiene como base ideológica esto, pero su pensamiento supera las limitaciones en una idea de progreso dialéctico.

Cristóbal Jara

Casiano y Natividad Jara eran de Sapukai, padres de Cristóbal “Kiritó” Jara. Ambos guerrilleros que se habían rebelado en contra de la explotación que vivían, misma que se describe de esta forma: “…El cantar bilingüe y anónimo hablaba des esos hombres que trabajaban bajo el látigo todos los días del año y descansaban no más que el Viernes Santo, como descolgados también ellos un solo día de si cruz pero sin resurrección de gloria como el otro, porque esos cristos descalzos y oscuros morían de verdad irredentos, olvidados…”14. Es decir, el hombre, es reducido a hombre económico; ni importa otra cosa sino que produzca; sus necesidades humanas deben ser suplantadas por una, la de obtener dinero para sobrevivir. Sus padres fueron torturados y reprimidos; son dejados a la miseria de tal forma que sus cuerpos se alienan, se deforman, sin embargo, nunca pierden su humanidad. Kiritó nace durante la persecución donde buscaban a sus padres por haberse escapado; se refugian en la selva y logran escapar, es así como se queda a vivir en el con boy que se utilizó para intentar estallarlo en la ciudad; allí es criado Cristóbal Jara.
Los retratos que se hacen de él nos muestran un personaje de mucha hondura y firmeza: “…Me volví hacia Cristóbal Jara. Estaba recostado contra la pared rota y musgosa del vagón. Un muchacho de veinte años. O de cien. Me miraba fijamente. Las rojas avispas zumbaban sobre él, entre el olor recalentado de las resinas…”15. El estaba empezando otra guerrilla era Silvestre Aquino quien lo miraba así. Empero, salen mal los planes y todos son encarcelados menos Kiritó, ya que se logra esconder en un cementerio. Allí lo ayuda María Regalada, que es sepulturera, y su hijo, quien al tiene como padre al doctor soviético que también vivió con Cristóbal. Cuando el niño le lleva comida a Kiritó, tienen este diálogo:
-¿Porqué trajiste esto así? ¡Y si te hubieron visto? Nadie va a creer que traes comida a los muertos.
Los ojos desclaados de chiquilín se ensombrecieron. Agachó la cabeza y se puso a empujar una plantita de ortiga con el pie.
–Mamá no pensó…
–Le dije que no me mande nada. Ya se compromete demasiado al dejarme estar aquí.
– tiene que comer algo, Kiritó. Hace dos días que estas sin comer nada – le volvió a tender su atadito que el hombre tomó de mala gana; de los bolsillos se sacó dos naranjas y también se las alcanzó.16

Esta es en general la actitud que adoptó el pueblo de Sapukai, nadie delataba, todos protegía a Kiritó. Pero es entonces que salta a escena la guerra del Chaco y surge una unidad común contra los bolivianos: “…Guerreristas y antiguerreristas, todos de acuerdo, eufóricos, como si realmente hubiéramos recuperado la libertad. Hasta han vuelto a dirigirme la palabra. Quiñónez nos trata de nuevo como camaradas…”17. Son liberados los presos políticos para que también combatan. Es hasta el capítulo Misión que volvemos a saber de Cristóbal, también, es aquí donde aparece Saluí, enfermera que está enamorada de Kiritó. Cuando se le da la misión a él de que el llevase u camión con agua a líneas enemigas. Saluí le pide que le deje ir con él, pero se Kiritó se niega de una manera que podría apreciarse como grosera, sin embargo, pienso que es una máscara que oculta algo más subjetivo. “ Ella estaba lejos en ese momento, cada vez más lejos, como si el desaire de Cristóbal la hubiera empujado hacia atrás, a un tiempo de humillación y envilecimiento. No sentía la tierra bajo sus pies. Sin embargo su expresión cambió. Una imperceptible sonrisa surgió en la comisura de sus labios. Hasta los ojos estaban menos marchitos que otras veces. Se abrieron grandes y fijos, sin ver los tres zumbadores cometas que cruzaban el cielo de la base”18. Este es el inicio de una nueva visión en Jara pues podemos desentrañar mejor su pensamiento, su ontología.
Saluí consigue ir. De ella, me interesa presentar esta parte ya que creo que más adelante ayudará a esclarecer la relación que tiene ella con Cristóbal: “… Que sabía ella de un hombre, si sólo conocía a los hombres en su momento más deshumanizado, a esos hombres atontados, bestializados por la soledad de l campamento, por la eterna desolación del desierto. De esos hombres todos iguales, apenas sombras acuclilladas a su perta, después sombras de peso violento pero sin caras, arrodilladas sobre su desnudez, que no tomaban a ella, sino el instante de su sed, como un jarro de agua de la laguna, el engaño, a lo sumo al contagio venéreo…”19. Ya en el trayecto, se narra lo siguiente: “…Saluí traía ramas y volcaba las brazadas en los hoyos. En un momento dado, su mirada se encontró con la de Cristóbal. Este pareció fijarse en ella, como si la hubiera visto por primera vez; hubo entre ambos una levísima suspensión, que no pasó inadvertida…”20. Más adelante, al sentarse los dos junto al camión platican:
-Te quiero decir otra cosa, Cristóbal…
-Mejor que duermas – le cortó él.
-No tengo sueño.
-Mañana nos espera lo más duro.
-Tal ves la muerte –dijo ella con acento apacible, casi feliz, no preguntando, sino casi segura.
-tal ves.
Dormiré entonces. El sueño será largo… -no había tristeza en su voz, ningún énfasis, ninguna amargura. Sus palabras eran festivas. No hay tristezas en el guaraní; las palabras salen recién inventadas, sin tiempo de envejecer. Para decir el sueño será largo…, dijo: Jho´ata che´ari keraná pakú…, sugiriendo un sueño o pata suelta, lleno de infinita molicie, de imágenes alegres, con una mosca haciéndolo cosquillas en la nariz.
Una nube de bordes translúcidos ocultó la uña incrustada en el cielo y apagó el vidrio. También el cigarro, fumado por los dos, se había consumido.
-¿Crees en el milagro, Cristóbal?
-¿Milagro?
-Que ocurra algo imposible. Eso que sólo Dios puede hacer…
- Lo que no puede hacer el hombre, nadie más puede hacer –dijo él, ásperamente.
-Sí…Tal ves eso es la fuerza que hace los milagros.
-No sé. No entiendo lo que se dice con esas palabras. Solo entiendo lo que soy capaz de hacer. tengo una misión. Voy a cumplirla. Eso es lo que entiendo.
-Yo también estoy empezando a comprender muchas cosas, Cristóbal. Antes de morir, Aquino me dijo que yo estaba naciendo de nuevo. Tal ves tenía razón. Estar aquí, a tu lado… y no sentir vergüenza… me parece imposible… -hablaba en un susurro, como si estuviera conversando en voz baja consigo misma.
Jara aplastó el pucho contra la culata del fusil y lo arrojó a la oscuridad. Pasó el brazo lentamente por encima del hombro de ella y lo atrajo sobre el suyo, donde la cabeza de mechones cortados a cuchillo se acurrucó, vencida por el peso de su propia felicidad21.

Kiritó y Saluí no son pareja, sin embargo, se complementan el uno al otro, pues la ternura aflora en ellos y los hacer nacer de nuevo. Este cristo terrenal busca una interrelación humana que le de aquello que le hace falta para que concluya con el mito, que cristo muera a manos de judas, de su delator, que Cristóbal Jara muera a causa de Miguel Vera. Pero también se muestran ideas muy concretas, como la que expone en la plática con Saluí. La historia la hacen los hombres. Roa Bastos, aun con su concepción cristiana, no apela, en ningún momento a que la solución a la explotación humana este a cargo de Dios, sino que el carga al hombre de toda su fe y esperanza. Pero Kiritó busca ser el que tenga que sacrificarse, como si tuviese que cargar con toda la responsabilidad ética de la lucha, con toda la cruz. En realidad, se asemeja mucho a los protagonistas de la estética del realismo socialista. Podemos ver en él toda la mística con que se le ha rodeado a Ernesto Guevara de la Serna, desde su teoría del foco de guerrillas, hasta su concepción idealista del hombre nuevo. Plantea su vida en “un deber ser”. Su pensamiento y reflexión son ideológicos, con esto quiero decir que es de manera intuitiva que fundamenta la necesidad de establecer una relación humana y acabar con la alienación física e ideológica que se vive en su pueblo.
El nivel simbólico que se maneja es impresionante. Sus padres, tienen a Cristóbal en un lugar inhóspito a causa de la persecución. Los peregrinos María y José también tienen a Jesús en las mismas condiciones. En su nacimiento, Cristóbal Jara, va obteniendo los elementos para realizar sus acciones, pero también emprende un viaje que lo hará conocerse y afirmar sus convicciones, al igual que cristo. Es Saluí la que nos rebela la ternura de Kiritó, la que le muestra el amor y lo prepara para su destino, la muerte. Este es un salvador que busca que la vida digna se realice en la tierra, entre los hombres, pues en ellos donde vierte, como decía antes, toda su esperanza.

Miguel Vera.

Todos los capítulos impares son narrados por él, excepto el último Ex combatientes. Narra desde diferentes puntos de su vida en el transcurso de los capítulos. Dijo esto ya que, aunque sea en realidad, por ejemplo, que el primer capítulo habla de su niñez, es narrado desde una percepción más madura; Miguel Vera se ensimisma e la narración como si regresara a ese momento y recopilara lo más preciado para él, sin mostrar a que aúna esto. En el capítulo Hijo de hombre, es donde conocemos a Macario y a Gaspar sino a través de Vera y de sus recuerdos. Es cuando retoma de Macario su concepción de mundo, su pensamiento desde la colectividad y encentra una relación más humana dentro lo que cabe, entre los hombres y con la naturaleza.
En el tercer capítulo, Estaciones, vera relata su ingreso al ejercito. Este hecho corresponde a una realidad contemporánea latinoamericana, pues todavía en lugares de índole rural, los hijos solo tienen dos caminos, aprender algún oficio del pueblo y realizarlo hasta la muerte, o ser soldado y buscar hacer carrera allí. Por otro lado, es el inicio de un trayecto por encontrar su identidad, tópico que se realza para repensar la identidad latinoamericana. Su viaje a la ciudad es su entrada a la modernidad capitalista; al ir en tren, Vera recuerda: <<…Lo último que vi fue la cruz de Macario Francia, en la falda, entre las espinas cervales. Era todo lo que quedaba del esclavo liberto que había rescatado al cristo de la selva y que ahora dormía allí, no en el cementerio, sino al pie del Calvario de Itapé, enterrado en un cajón de criatura.22>>. Adán sale del paraíso a conocer su humanidad pero este Adán va añadiendo aprendiendo nuevas concepciones que aplicará a su vida.
En Hogar, Vera narra la historia de Casiano y Nati, padres de Cristóbal, pero también acerca del intento de Cristóbal por reactivar la guerrilla; de cómo Silvestre Aquino se involucra y también él mismo. Destinados, es una capítulo nodal, pues es en él donde su conciencia toma giros muy interesantes, ya con una concepción individualista citadina. Recordando, La guerra y la paz de Tolstoi, memora también una frase de un libro: <<…”todos los atzures han muerto. Pero hay aquí un papagayo que conoce algunas palabras de su idioma…” ¡A qué clase de sobre vivencia quiso aludir Tolstoi? No sé porque he recordado esto. Es probable que se trate en realidad de una asociación por los gritos de guaá…>>23. Aquí podemos extraer una reflexión interesante, que la naturaleza humanizada, en aquello que hemos transformado sobrevive la cultura humana. Ese loro, ha sido también cosificado por el hombre, así como cosificó a la naturaleza, la humanizó, pero también él se cosificó en la ella para sobrevivir.
Cuando es interrogado acerca de su partición en el levantamiento donde estaba Cristóbal, tiene esta reflexión:
¿Qué podía callar o decirle, más de lo que ya he dicho o callado a los otros, aun bajo e apremio de vejaciones físicas y morales? ¿Más de lo que a mí mismo me he dicho o he callado o negado en todo este tiempo? El proceso registró en parte la murmuración general que me hizo aparecer como entregador de los hombres de las olerías, a cambio de mi libertad. ¡Libertad…, que absurda palabra para mí, del principio al fin. Qué interés podía haber tenido en vender a esos pobres diablos del estereo. Aunque, quizá, los que así pensaban tenían razón, porque haberme emborrachado aquella noche equivalía a convertirme de hecho en un delator, por lo menos ante mi propia conciencia. Pero es esto, precisamente, lo que no puedo explicar a nadie. Y menos, desde luego, a Quiñónez, espejo del pundonor, modelo de frialdad humana y profesional. El no es una militar como yo, cuya vocación nació de un deslumbrante traje de cadete.24


Primero sabe que carece de libertad, que tiene determinaciones que él no puede rebasar y otras que sí, está conciente de ello, es por eso que siente su delato a sus compañeros, no sólo como una traición a ellos a ellos sino así mismo, pues él mismo entiende que realmente se enajenación y que lo que la realidad le presenta, en realidad encubre el sentido profundo de lo que esta sucediendo. Dos militares podrían ser vistos iguales en apariencia, pero uno, Quiñónez “espejo de pudor” entra al ejército por voluntad y concordancia de pensamiento con el ejército. Vera entró por intentar ascender socialmente, vio en el traje de cadete un fetiche. En ese estado entra a la guerra del Chaco, no como un soldado que obedece, sino con gente a su mando, uno de ellos, era Pesebre, hijo de Lágrima, lo que le ocasionó a Vera recordarla y pensar que Pesebre pudo haber sido su hijo y piensa cuidar de él. Ahora es mandado a retomar una posición que ocupa el enemigo; en los enfrentamientos su asistente, Pesebre, desaparece, van perdiendo posiciones y les falta el agua <<…Me arde en el codo el rasguñón de bala ganado durante el repliegue. Pero más me arde la sed en la garganta, en el pecho. Llaga viva por dentro, No ha llegado el agua a las líneas Esperándola uno escupe polvo>>25. Se anuncian las problemáticas que lo harán destruir su conciencia y su cordura, de hecho empieza a indagar dentro de sí, los elementos que le puedan ayudar a ante la desesperación: <>.26 Su condición humana se degrada poco a poco sin poder hacer algo: << En pocos días hemos retrocedido millares de años. sólo un milagro podría salvarnos. Pero en este rincón del Edén maldito, ningún milagro es posible. Las moscas huelen ahora a amoníaco. Son unas moscas verdes y rápidas como mercuriales. Nos ayuda a combatir el alucinado sopor en que yacemos. Una de ellas se columpio ante mis ojos, hace un rato, fulgurando como un sol en miniatura. L agarre ala vuelo. Era la cruz de oro de mi candelilla>>27 Nota su alienación física a tal grado que su voz se le hace extraña, la de un muerto, ya no tiene sino resabios de cordura y humanidad. Así es hasta que queda solo este Judas y al ver su salvación asesina a Kiritó sin darse cuenta. él sobrevive y concluye su viaje, retorna a Itapé, concluyendo un ciclo gracias a la muerte de Jara y entiende que: <<… Algo tiene que cambiar. No se puede seguir oprimiendo a un pueblo indefinidamente. El hombre es como un río, mis hijos…, decía el viejito Macario Francia. Nace y muere en otros ríos. Mal río es el que muere en un estereo …El agua estancada es ponzoñosa. Engendra miasmas de una fiebre maligna, de una furiosa locura. Luego, para curar al enfermo, o apaciguarlo, hay que matarlo. Y el suelo de éste país ya esta bastante ocupado bajo tierra. “¡Los muertos bajo tierra no prenden!...”>>28. Al fin logra reconciliar su pensamiento de modernidad con la colectividad; ahora es alcalde, empero, muere a manos de un niño con su propia cuerda.
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Revueltas, José. Dialéctica de la conciencia. Prólogo de Henri Lefebvre, recopilación por Andrea Revueltas y Philippe Cheron. 1ª. Reimp. México. Eds. Era, 1986. 259 Págs. (Col. “Obras Completas, 20”).

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