Tuesday, May 12, 2009

Acerca de la novela ¡Vámonos con Pancho Villa! De Rafael F. Muñoz

Francsico Javier Sainz Paz

Mi intención con este texto, es mostrar el desarrollo de la conciencia de Tiburcio Maya, pues es muy interesante como este se va desenvolviendo y las cavilaciones que surgen de este devenir, desde que Miguel Ángel del Toro, “el Becerrillo”, le dice “¡Vámonos con Pacho Villa!, hasta el momento de su muerte. A lo largo de la obra se retratan batallas, hechos sociales e históricos, pero lo que quiero mostrar es como estos transforman a la subjetividad del hombre y como siguen adelante con su vida.

Al inicio de la obra, en segundo capítulo, Becerrillo, se nos muestra el porque muchos se unían al movimiento revolucionario, la vaga intuición de que iban a luchar por una causa que les favorecía. “Ellos mismos no sabían a punto cierto que quería la Revolución, pero cada cual tenía sus motivos de queja y sus deseos de una situación mejor. Sus oídos, sus deseos de venganza, sus anhelos de mejoramiento económico, todo creían poderlo satisfacer”1. Los mismos “Leones”, cuando van a enterrar a Becerrillo, exponen el porque se unieron a las filas villistas:
-Becerrillo, acabaremos con los jefes políticos…
-Lucharemos por nuestras tierras.
.-No trabajaremos más para los amos.
-Vengaremos a don Abraham.
-Y tiraremos al pelón Victoriano, que me mandó cortar el brazo…2

Hasta aquí algo que se muestra fundamental para el desarrollo es el papel del narrador omnisciente, pues este caracteriza las situaciones en las que se desarrollan los actantes y sin esta información sería difícil entender el porque de las acciones. Simplemente, el siguiente párrafo nos revela el porque los campesinos participaron en la gresca armada de forma tan sencilla, que es que todo se resolvía así. Situación que nos recuerda al cuento de Edmundo Valadez “La muerte tiene permiso”, donde de igual forma nos muestra que las instituciones gubernamentales nos rigen la vida en esos pueblos, son otros usos y costumbres. Con esto me gustaría entrar a otro punto, ¿porqué describir le contexto en el que se desarrolla la vida humana en cierto momento histórico? La respuesta pienso yo que va mas allá de elementos formales o costumbristas pues la creación de la novela es posterior al hecho narrado. Se busca que como lectores entendamos la situación y reflexionemos, pero no sólo en ese momento histórico, sino también en el que vive el lector, en ese sentido podríamos ver que en general cualquier género literario, transmite un forma de conocimiento muy específico, que no viene del conocimiento científico, sino respecto a las diversas formas en que la conciencia humana se ha desarrollado en diferentes lugares y en diferentes momentos. El narrador nos pone en contexto y para que veamos como este influye en el devenir de la conciencia del personaje. Por ejemplo, en este mismo capítulo donde “Los Leones” se alistan en ejercito villista, pierden a su primer elemento, aquel que los conminó a unirse a la lucha, el Becerrillo y al mismo tiempo, surge la figura de Tiburcio como el líder. Ese momento donde Miguel Ángel ya no puede hablar debido al dolor y solo Tiburcio se atreve acercarse a él es muy impresionante: “Miguel Ángel le dirigió una mirada, una intensa mirada de tristeza, de gratitud, de despedida, […] El Viejo comenzó a derramar pesadas lágrimas que le caían sobre su desordenado bigote gris”. La narración hace que la furia del combate se congele por unos instantes y observamos como Tiburcio derrama algunas lágrimas como si a partir de este momentos la muerte y él se hicieran una, no le pesa pero si la siente. A partir de aquí pareciera como si el personaje sintiera que el mismo murió, situación que se vera más adelante con la muerte de los demás “leones” y de su esposa y sus hijos, estos últimos asesinados por Villa.
Esta actitud la podemos encontrar también después de que se salvan de la horca y el círculo de la muerte los invita a jugar algo que se asemeja como ruleta rusa, es allí donde por dar una idea de cobardía de su parte deciden participar y Tiburcio les dice:
Creo que los hombres que son valientes vienen así desde que los echan al mundo: ni los cobardes se pueden volver valientes por más que quieran, ni los valientes se amiedan aunque la vean perdida. A nadie se le puede enseñar a valiente, pero si dice lo que es hay que probarlo. Por eso vine yo aquí, a ver si no l tiemblan las corvas a alguno; una cosa es andar en cantinas y por ahí echando habladas, y otra arriesgarse a que le venga un plomazo de la oscuridad, sin tener a nadie a quien echarle la culpa. Pero también vengo a sostener una cosa, que no es cierto que a quien le toque la bala habría que señalarlo como cobarde: miedoso es el que tiembla y no el que cae. Nosotros somos tres. Nosotros somos tres, y ustedes diez; luego es más fácil que salga más uno de ustedes que uno de nosotros, y yo quiero decirles que no hemos de pensar que es cobarde el que salga herido o muerto, aun cuando sea de ustedes. Y si cualquiera de nosotros le toca, los otros dos vienen a sostener que no ha sido porque aquél se amiedara…3
Transcribo este párrafo completo porque creo que resume una posición que mantiene Tiburcio durante toda la novela con respecto al valor. La primera intención de Tiburcio es mostrarles a los integrantes del círculo de la muerte que su juego no prueba nada que es más cobarde y estúpido lo que hacen ellos, jugar con sus vidas, en cambio Tiburcio es cierto que ya poco le importa si vive o si muere, pero el hila su destino con el del movimiento revolucionario villista, lo cual para él engrandece sus propósitos y su vida misma. Tiburcio prefiere morir en le campo de batalla a manos del enemigo que en este juego estúpido, empero “los leones” deciden participar y así pierden a un camarada. Este aspecto de “los leones” es algo que marca su destino y en realidad es la causa de la muerte de todos ellos. Tiburcio pierde a su familia pero para él están justificadas sus muertes por el proceso revolucionario y los fines que a su juicio, este persigue.
Adelante podemos encontrar momentos donde Tiburcio empieza a recular acerca de la Revolución, aunque son titubeos muestran el carácter del personaje, como en el capítulo “Una hoguera”, donde su compañero Máximo Perea contrae viruela y está muriendo porque no tienen las medicinas para curarlo y la solución de su superiores es quemarlo para que al menos no contagie a los demás. La reacción de Tiburcio es encolerizarse. “…¿Este es el premio a un soldado de la Revolución? ¿Es éste un ejército de hombres o una tropa de perros?…4”. aunque está indignado también comprende a Urbina, su superior, con respecto a la decisión y el mismo decide que quemará vivo a su compañero. Debido al contacto que tubo con Máximo durante su enfermedad, todos creen que también Tiburcio está contagiado y todos huyen ante su presencia: “…quiso gritar y permaneció mudo; quiso golpear, quebrar, destrozar y permaneció inmóvil. Ante sus ojos el yermo se desenvolvía como una enorme venda sucia. […] Toda la mañana estuvo pensando una misma idea, apretaba los dientes como si la tuviera presa entre las mandíbulas y no quisiera que se le escapase. Era como una pesadilla interminable, un rumor de bosque que o cambiaba nunca”5.
Este es el momento más fuerte donde titubea Tiburcio, se puede ver en su actitud frente a los heridos, con el muchachito que regaña con tinte paternal, se nubla su idea de valentía mientras deserta de las filas villistas en el tren. En siguiente capítulo nos enteramos que Villa sufre varias derrotas y Tiburcio regresa a su pueblo con su familia pero un sentimiento de rencor pues Villa lo había “ninguneado”, sin embargo mantiene la esperanza de que regresará por el para seguir la lucha, es entonces cuando al ver un grupo que viene a caballo se alerta y se da cuenta que es Villa reclutando a su tropa, dialogan y el general le dice a Tiburcio que se valla con él, pero esta vez el lo piensa, pues siente a su familia como una carga, entonces Villa mata ala hija y a la esposa de Tiburcio su cara: “Con los ojos enrojecidos y la mandíbula inferior suelta y temblorosa, as manos convulsas, sudorosa la frente, sudorosa, sobre la que caían como espuma de jabón los cabellos blancos, el hombre tomó a su hijo de la mano6”, así partió “…hacia la guerra, hacia su destino, con el pecho saliente, los hombros echados hacia atrás y la cabeza levantada al viento, dispuesto a dar la vida por Francisco Villa…”7. A partir de aquí notaremos que la actitud de Tiburcio frente a la muerte regresa y su idea de valentía se renueva, pero esta vez se enfrentará a nuevas situaciones, como la desconfianza e Villa que piensa que todo mundo lo quiere ver muerto y cobrar la recompensa que hay por su cabeza, pero también nos vamos adentrando en la relación que hay entre Villa y Tiburcio, en el afecto que le tiene Tiburcio a su general, pues aunque ya no sabe porqué pelea y llega a pensar que es un bandido no le importa esto estando con su general. Empero, aunque tenga esas dudas, su sentido de la guerra es diferente: “…No es posible razonar en este ambiente. Sin embargo, hay que comprender que estamos aquí para defendernos, porque somos débiles. De otro modo, perseguiríamos. No odiamos, como el jabalí no odia al perro: huye mientras puede, y solamente cuando está cercado por el enemigo, le tira dentelladas para destrozarlo. Así, nosotros acosados por la jauría nos defendemos. Estamos luchando en defensa propia, y nada más. Matamos en defensa propia”8. Si bien no tienen muy claros los objetivos de la revolución, saben que deben de pelear por lograr mejores condiciones de vida, y que los soldados del enemigo, no son propiamente sus enemigos a vencer, sino aquellos que controlaban al país políticamente, lo cual es una claridad que muchos movimientos sociales ya hubieran deseado para sus propias luchas. Tiburcio ciñe plenamente su vida al destino de la revolución, su vida como padre o esposo se le hace algo tangencial y circunstancial. Es por eso que al final de la obra, es difícil decir si los villistas eran bandidos como quieren mostrar los actuales libros de textos y posiciones políticas hegemónicas, pues al menos lo que nos muestra esta obra, es uno grupo de revolucionarios que buscan derrotar a sistema político y como la misma lucha los va cambiando en muchos sentidos, como la realidad choca con ellos y sus anhelos, y es gracias a este pensamiento que deciden también luchar por la liberación de la patria, idea que ejercen al invadir Estados Unidos y hacer la guerra lo mismo a los carrancistas que a los “güeros”, es aquí cuando cambian su idea los villistas y no creen mas que ellos sean bandidos, sino revolucionarios nuevamente que luchan contra el usurpador Carranza.
Después del enfrentamiento, cuando hieren a Villa y matan al hijo de Tiburcio, el general separa momentáneamente su ejército para curarse en Guerrero escondido en una cueva, donde solo lo acompañan 6 personas. Durante una guardia, al sucede, los guardias se tardan y sale Tiburcio donde es aprehendido por el ejercito norteamericano, allí lo curan y durante el interrogatorio con un sargento, este le pregunta a Tiburcio acerca de su familia y le dice que a todos los mató Villa. En este diálogo nos muestra a plenitud la idea que Tiburcio de Pancho Villa, le es fiel hasta la muerte como se ve en le desenlace de la novela. Le cuida como si fuera su hijo, cariño que no demostró con nadie más de su familia, representa para el autoridad inapelable aunque es un hombre; es su dirigente aquel que lo guía y lo llevará a cumplir sus anhelos y los de la revolución.
Como vemos, su concepto de valentía no cambia y marca su destino. Puede titubear o parecer que cambiará de rumbo, que tiene elección, pero al final regresa a la senda inicial, pero el como se desarrolla su vida y como las situaciones marcan las sus acciones es muy interesante, ver ante que se indigna que acepta sin más para como Rafael F. Muñoz construyo al personaje de Tiburcio Maya. También nos damos cuenta que la novela es muy visual, lo que ayuda a que esta novela se hiciera película y el guión fuera elaborado por Xavier Villaurrutia y Fernando de Fuentes.

Bibliografía.

Muñoz, Rafel F. ¡Vámonos con Pancho Villa! ¡Vámonos con Pancho Villa!, se llevaron el cañon para Bachimba,¿Historia, novela?. Prol. de Roberto Suárez Argüello y Marco Antonio Pulido. México, D.F. Promexa editores, 1979. Págs.1-158.

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