PRI, PAN, López Obrador, La otra campaña;
UNA PEQUEÑA BRÚJULA PARA ORIENTARSE EN UN MAR EMBRAVECIDO
Todas las fuerzas políticas de la izquierda mexicana, tanto electorales como anti parlamentarias, saben que este no es un año como cualquier otro, no nos referimos simplemente a que haya elecciones presidenciales, sino a algo mucho más profundo: Desde hace unos años, la aplicación de las recetas neo – liberales -se topa con la creciente resistencia de las masas en el mundo, y al mismo tiempo con la incapacidad de los gobernantes para poder gobernar bajo estos esquemas, especialmente en América Latina. Es así que la aplicación de las recetas fondomonetaristas por parte de las derechistas élites latinoamericanas, les costó su permanencia en el poder, siendo reemplazadas por gobiernos no neo liberales o incluso de izquierda como en Venezuela en 1998 y recientemente en Bolivia.
En México, la oligarquía logró frenar momentáneamente este proceso mediante la candidatura de Fox, la cual se afincó sobre el repudio que el pueblo sentía por los casi setenta años de gobiernos priistas, pero el truco se les agotó mucho antes de la mitad del sexenio; no tanto por las increíbles torpezas del Sr. Presidente, sino porque el modelo neo – liberal está agotado y este agotamiento produce epifenómenos políticos tales como el movimiento popular entorno de López Obrador o la iniciativa zapatista de La otra campaña .
Estos espacios políticos tienen diferentes propuestas y contenidos, pero no todos son explícitos. Por lo que, para poder construir un posicionamiento político sólido frente a la actual coyuntura, no podemos partir de la situación aparencial, meramente discursiva que muestran los actuales actores políticos que participan en el escenario de 2006, es necesario hacer un poco de historia, saber como llegamos aquí, a este momento tan importante para el país, para así saber como elaborar una propuesta que genere la unidad de todas las izquierdas, porque a fin de cuentas, en este momento de debilidad histórica de la derecha, de lo que se trata es de ver como nos encaminamos hacia la construcción de un mundo más justo, un mundo socialista.
El 88 y su efecto sobre la izquierda
Cuando la corriente democrática del PRI decidió escindirse y llamó a la conformación de Frente Democrático Nacional (FDN), la mayoría de los grupos de izquierda del país decidieron atender esa convocatoria. El evento más representativo de esa alianza y colaboración de la izquierda con lo que había sido la tendencia nacionalista del PRI fue la declinación de Heberto Castillo, candidato del Partido Mexicano Socialista a la presidencia, a favor de Cuauhtémoc Cárdenas. Lo que daba unidad a las diferentes organizaciones agrupadas en el FDN (en el que había desde burgueses nacionalistas hasta trotskistas y maoístas) era el objetivo de destruir el régimen de partido de Estado. Lograron convencer a la población pero no lograron conquistar el poder pues, aunque ganaron las elecciones, el triunfo les fue arrebatado por un gigantesco fraude.
Cárdenas se negó a impulsar las movilizaciones que defendían el triunfo del FDN e, incluso, las frenó. Propuso que la lucha continuara con la conformación de un nuevo partido político, el futuro PRD. El proceso de conformación de tal partido fue dirigido política y teóricamente por los nacionalistas burgueses, es decir, por los ex priístas. Las organizaciones que decidieron disolverse y fundar el PRD, renunciaron a su programa y su política socialista y asumieron el de Cárdenas. La mayoría de las organizaciones de izquierda que no se unieron al PRD sufrieron grandes escisiones, verdaderos éxodos hacia ese partido, de tal suerte que quedaron gravemente mermadas y disminuidas. Tal fue el caso del PRT.
Podemos decir que el 88 significó la disolución de casi toda la izquierda socialista dentro de un partido de la burguesía nacionalista .
Pero no sólo hay que hablar de las organizaciones de izquierda, hay que ver el efecto del 88 sobre la gente no organizada, sobre la población en general. La campaña presidencial de Cárdenas llevó a la vida política a millones de personas que jamás se habían interesado en los asuntos públicos ni en el destino del país. Las razones de esto son varias. El consenso social que la burguesía obtuvo una vez derrotada la revolución mexicana, mismo que se instrumentó con la creación de instituciones públicas y sobre todo de partidos políticos (en especial el PRI), comenzó a desgastarse de manera clara a partir del movimiento del 68. Además, ante la represión sufrida, una parte de la izquierda se lanzó a la lucha armada. El régimen sabía que esa combinación: pérdida del consentimiento de la población y la aparición de grupos armados, podría llevarlo a la ruina. A esto hay que agregar que, el histórico reclamo de algunas organizaciones socialistas, por arrancar al Estado el registro electoral para la izquierda, en la situación de crisis del régimen amplió su base de consenso.
Por todo ello, el Estado mexicano implementó durante la segunda mitad de los años setenta la Reforma Política , la cual tenía por objetivo – en su óptica - revitalizar al sistema permitiendo la participación de la izquierda en la vida política legal. Pero las organizaciones (con base social) que entraron a la vida política electoral, lejos de acomodarse al sistema y de darle concesiones, no renunciaron a sus tradicionales métodos: huelgas, tomas de tierra, etc.; más bien utilizaron la legalidad burguesa como un instrumento más para combatir. Si a esto sumamos que la miseria provocada por los presidentes “de la revolución mexicana” (desde el nacimiento del PRI hasta Portillo) creció de manera vertiginosa desde que en 1982 De la Madrid empezó aplicar las tesis del neoliberalismo y que, en el terreno político, desde hacía años era evidente la inexistencia de una democracia en México, pues bastó con que una tendencia nacionalista y democrática del PRI desafiara a éste para que en 1988 el sistema estuviera nuevamente en crisis. El PRI había dejado de ser la guía de millones de personas en el campo y en la ciudad. Esos millones de personas se habían ya desprendido de varios de los mitos que el partido de Estado había forjado durante décadas y se habían ya desprendido de su tutela intelectual y moral. El PRI había dejado de ser dirigente pero aún era dominante (mediante los cuerpos policíacos, el control corporativo de sindicatos y campesinos) y echó mano de esa fuerza para mantenerse en el poder.
El régimen y sus aparatos políticos (El PRI) e ideológicos (como Televisa) recuperaron poco después buena parte de la legitimidad perdida por el fraude, pero no toda. En lo que toca a las personas que el sistema no pudo recuperar, el PRD se quedó con la dirección intelectual y moral de esa gran cantidad de personas que no volvieron a confiar en el PRI, que desde entonces se opusieron al neoliberalismo y reivindicó la consolidación de las libertades democráticas como las de expresión y reunión. En pocas palabras, el PRD se quedó con la bandera de la izquierda y la oposición en México. De ese modo, tanto en lo que toca a lo organizativo como en lo que toca a la percepción y confianza de la gente, la izquierda socialista se diluyó en el PRD; lo cual fue una decisión tan equivocada, como acertada fue la decisión de impulsar a Cárdenas a la presidencia. En efecto, a nuestro juicio se trataba de hacer una alianza temporal con la burguesía nacionalista, no de abandonar el programa y la organicidad socialista. Por supuesto que algunas agrupaciones políticas y sociales no se disolvieron en el partido del sol azteca, pero exceptuando a un par de organizaciones nacionales, el resto eran locales o no tenían una influencia de masas.
Esa ha sido la situación que ha vivido México hasta hace un par de años. Muchos ya tienen en la lengua la observación de que no estamos tomando en cuenta la aparición del EZLN. Sí la tomamos en cuenta y lo que vemos es que el EZLN si bien es un referente ineludible, que sensibilizó al país sobre el estado de marginación y exclusión de los pueblos indígenas, proponiendo formas diferentes de organización, no alteró demasiado la situación que acabamos de describir pues siempre mantuvo cierta política de amistad, de buena vecindad e, incluso, de alianza con el PRD.
Apenas en 2003 los zapatistas proclamaron que el PRD los había traicionado y que no era un partido de izquierda. Y en efecto, la ley indígena de Cevallos, Bartlet y Jesús Ortega no puede calificarse de otro modo más que como traición. Con la Sexta declaración de la selva lacandona , el EZLN afirma con toda crudeza que el PRD no es de izquierda, que los traicionó y que no merece confianza. Según dicen ellos mismos, todos estos años habían confiado de buena fe en el PRD y podemos ver que es en 2003 cuando se dan cuenta, o empiezan a darse cuenta, de que fueron engañados. Pero si revisamos un poquito la historia del zapatismo, veremos que desde un principio los insurgentes tuvieron claro que el PRD no es de fiar y aún así le dieron su apoyo .
El 17 de marzo del 94, unos meses después del levantamiento del primero de enero, Cárdenas visitó la zona zapatista. En el discurso de bienvenida, Marcos dijo a nombre de los zapatistas:
Hemos visto con preocupación que el PRD tiende a repetir aquellos vicios que envenenaron desde su nacimiento al partido del poder. Aquellos que luchan por la democracia -dice Marcos refiriéndose con sarcasmo al PRD- practican en su interior la intriga palaciega, el acuerdo de cúpula, el eterno traicionarse.
Y remata preguntando “¿Cuál es la diferencia entre el PRD, el PAN y el PRI? ¿No ofrecen el mismo proyecto económico? ¿No practican la misma democracia interna?”.
O sea que desde 94 los zapatistas saben que en el PRD son unos traidores y que no son de izquierda y, a pesar de saberlo, no descartan la vía electoral para acabar con el PRI. Pero el EZLN no se propone crear una opción electoral propia, de tal manera que si la vía electoral es válida, debe serlo a través de alguno de los partidos ya existentes. Casi un mes después de la declaración anterior, el 17 de julio, el CCRI-CG del EZLN afirma que “luchar electoralmente por la democracia en México significa votar contra los candidatos del Partido Revolucionario Institucional y sus equivalentes”. Estas palabras constituyen un llamado encubierto a votar por el PRD en la elección presidencial de ese año, llamado que en otras ocasiones fue explícito.
Podemos ver, pues, que desde 94 el EZLN ya tenía muy claro lo que es el PRD y aún así lo apoyó. Lo mismo sucedió en el 2000. Durante el 99, Marcos denunció de manera valiente y consecuente el hostigamiento y la represión de la que fue objeto el movimiento estudiantil de la UNAM por parte del gobierno perredista del D.F. Todos recordamos su emotiva Carta a una foto , donde denuncia la brutalidad de los granaderos de Rosario Robles y en la cual pregunta “¿Teníamos derecho a esperar que un gobierno encabezado por el PRD actuaría diferente?”. Y meses después, otra vez, decide apoyar al PRD en la elección presidencial. En uno de sus famosos comunicados, Marcos critica al voto útil y considera peligroso que, con tal de ganarle al PRI, Cárdenas renuncie a favor de Fox pues:
La renuncia del ingeniero Cárdenas a la lucha electoral por la presidencia, y su suma a la campaña de Fox, no significarían sólo la renuncia de una persona (…). Significarían también la desaparición de una opción electoral de izquierda en la lucha por la presidencia.
La campaña del ingeniero Cárdenas es algo más que una campaña por la silla presidencial. Es, para millones de mexicanos y mexicanas, el argumento de que se puede ser de izquierda y luchar por los cambio sin tener que irse a la clandestinidad, a la ilegalidad, a la lucha armada.
Su conclusión es que los que crean en el camino de las elecciones para la izquierda, no hagan caso del voto útil y actúen en consecuencia. O sea, que voten por Cárdenas.
Como vemos, el EZLN llevó, hasta 2003 aproximadamente, una buena relación con el PRD y, por ello, nunca le disputó la batuta de la izquierda en México. El EZLN no se convirtió en el referente de la oposición porque, al ser una organización semiclandestina, no podía incorporar a todos sus simpatizantes. Los zapatistas comprendían esa dificultad y por ello trataron de crear una organización para el zapatismo civil, el Frente Zapatista, pero ésta nunca funcionó. Además, el Frente siempre estuvo permeado por el PDR, no porque tuviera alianzas institucionales y acuerdos políticos con él sino porque muchos, muchísimos de los simpatizantes y militantes del frente eran al mismo tiempo simpatizantes e incluso militantes del PRD.
En suma, hasta hace poco, el EZLN siempre compartió el espacio político con el PRD.
La aparición de López Obrador
La llegada de Obrador al gobierno de la ciudad abrió una nueva etapa para el PRD. Desde su campaña atrajo la simpatía de de muchas personas. Luego, con la puesta en marcha de programas sociales como las pensiones adultos mayores y a madres solteras, su popularidad creció tanto a nivel nacional, que se perfiló como el posible y casi seguro ganador de la contienda de 2006. Conforme sube la popularidad de Obrador, se hace más duro el debate entre quienes creen que con él se abre la posibilidad de que la izquierda llegue a la presidencia y quienes sostienen que esa posibilidad no existe pues Obrador y el PRD no son de izquierda. Nosotros creemos que en esa discusión se han vertido muchas opiniones a la ligera y que, si queremos que nuestro juicio tenga un fundamento objetivo y no sea producto de aversiones o enamoramientos irreflexivos, es preciso estudiar la actuación de Andrés Manuel como Jefe de Gobierno y su programa político, plasmado en Un proyecto alternativo de nación y en los 50 puntos .
¿Cuál es su proyecto?
Sin rodeo alguno podemos afirmar que el proyecto de Obrador es un proyecto burgués y que su actuar como jefe de gobierno benefició principalmente a las clases acomodadas. El reordenamiento de la ciudad, por ejemplo, estuvo diseñado para satisfacer las necesidades de las clases media y media alta, desarrollar el sector turístico privado, y demostrar con hechos a las grandes constructoras, así como a la industria automotriz y cementera, que tienen en él un poderoso aliado; Eso y no otra cosa fue lo que se buscó con los famosos segundos pisos del periférico. Es claro que Obrador decidió beneficiar a los privilegiados y, no lo podemos olvidar, en lugar de construir obras que benefician directamente a las clases bajas y trabajadoras como lo son las líneas del Metro. Lo mismo sucedió con la remodelación del centro histórico, patrocinada por Slim, y del proyecto de convertir a éste en una zona habitacional para las elites económicas e intelectuales, con la consecuente expulsión de los pobres de la zona. Otro asunto digno de señalar es el famoso proyecto policiaco de la Cero Tolerancia, con el cual se criminalizaba la pobreza urbana. Limpia parabrisas, payasitos, grafiteros y todo tipo de persona que le arruinara el paseo a los turistas, sería borrada de las calles de la ciudad. Afortunadamente, nunca pudieron implementarlo.
Si bien es cierto que construyó la única universidad pública de los últimos treinta años, que las pensiones para adultos mayores y madres solteras son un alivio para la gente, sobre todo ahora que a nivel federal se está desmantelando la seguridad social, todos estos programas positivos, no disculpan a los que mencionamos en el párrafo anterior y, lo más importante, el proyecto de fondo de gobierno de la ciudad no se jugó con los de abajo, sino con los proyectos en los que estaba involucrado Slim, por ejemplo.
Analizando las propuestas que hace en caso de ser presidente, podemos afirmar que AMLO no rompe con el neoliberalismo. Él sostiene que en México el neoliberalismo fue tomado como un dogma por los tecnócratas y fue aplicado por ellos a rajatabla, mientras que
En otros países este proceso obedeció a un diseño propio, a partir de sus realidades, con gradualismo y aprovechando los márgenes de negociación para proteger sus intereses estratégicos. En México, por el contrario, los tecnócratas se adhirieron a la globalidad sin ninguna reserva o condición.
Para Obrador “la nueva estrategia económica debiera considerar, antes que cualquier otra cosa, el manejo técnico, no ideológico, de la política económica y el combate a fondo a la corrupción”. Con esto se refiere a que la libertad de mercado no es un principio, no es un dogma (no es algo “ideológico”) sino que es un asunto táctico, que se puede permitir o no dependiendo de las circunstancias y de los beneficios (es algo “técnico”). Sólo que esta utilidad de la libertad de mercado está planteada desde el punto de vista de la burguesía nacional, habrá libre mercado en la medida en que beneficie a la burguesía nacional.
Esto es evidente en el caso de su propuesta sobre los energéticos.
AMLO no se propone privatizarlos, no por amor a la patria ni por respeto al patrimonio del pueblo sino porque un sector de la burguesía ha descubierto que le conviene más que el Estado artificialmente baje las tarifas de la energía eléctrica y de la gasolina que consumen sus empresas que quedar al vaivén del mercado con una compañía privada. El Estado (en la propuesta Obrador) es para ellos un mejor proveedor de energía que las compañías privadas porque les garantiza un precio bajo. Y, además, seguirá tolerando y fomentando los permisos para que los particulares (los empresarios) generen su propia energía. No vende Luz y Fuerza pero si hace que la Nación pierda el control de los energéticos.
En fin, la burguesía le dice: “no vendas Pemex, nos conviene más que la pongas a nuestro servicio”. Este es un caso claro en el que el evangelio neoliberal no será aplicado al pié de la letra sólo porque no le conviene a una parte de la burguesía nacional.
Cuando Obrador promete bajar las tarifas de luz y gasolina no lo hace pensando en el pueblo sino en los grandes consumidores, los empresarios. Si a nosotros nos invita al festín es sólo para guardar las formas.
Por otro lado, su arenga de que “por el bien de todos, primero los pobres” no es tan simple como parece (Slim dijo lo mismo en mayo de 2003, en Ixtapa, en la cumbre de ricos de AL: “Hay que acabar con la pobreza para fortalecer los mercados … esto no es caridad”). Afirma que combatir la desigualdad “es un imperativo ético, pero al mismo tiempo, dice que “sin justicia no hay granito de seguridad, ni de tranquilidad ni de paz social”. En su discurso de toma de posesión como candidato, dijo en tono frenético, casi suplicante: “no hay modo de tranquilizar a la sociedad más que combatiendo la pobreza”. Es evidente que este mensaje va dirigido a los ricos. Es un intento de convencerlos de que se deben repartir migajas más jugosas que las que se reparten ahora pues, si la pobreza crece más, puede haber un estallido social que, tal ves, afecte sus intereses.
Esto en el terreno económico. En lo político, Obrador se propone desterrar la corrupción y promete una apertura democrática mucho más profunda que la que se ha dado. Su propuesta de someterse a un referéndum revocatorio a la mitad de su mandato es, si llega a hacerse, un avance importantísimo. En lo político, pues, la propuesta Obrador es ensanchar la estrecha democracia mexicana. Se propone conciliar más y reprimir menos. De ahí que se plantea aprobar los Acuerdos de San Andrés. Ahora bien, no podemos olvidar que como jefe de gobierno tuvo arranques que de ningún modo son democráticos.
En suma, el proyecto de AMLO es el proyecto de cierta burguesía nacional, el cual recurre a ciertos lineamientos keynesianos de regulación del mercado y expansión de las libertades democráticas burguesas, que quiere andar con pies de plomo en el camino de su crecimiento y que está dispuesto a hacer ciertas “concesiones” al pueblo con el fin de que no le estalle en las manos una crisis social.
Al llegar a este punto del análisis, algunos compañeros piensan que la conclusión política es evidente, que ya no necesitan “darle más vueltas” para tomar posición; sin embargo apenas estamos aproximándonos a la solución al problema.
Las pugnas entre la burguesía y el movimiento de masas
alrededor de AMLO
El PRI y el PAN tienen claro desde el inicio del sexenio que su enemigo a vencer en el 2006 es Obrador. Primero intentaron destruir su reputación y el apoyo que tiene exhibiendo a algunos de sus colaboradores aceptando sobornos. El truco no funcionó por dos cosas. La primera es que Obrador se deslindó y dejó morir sólo a Bejarano y la otra es que la población se dio cuenta de que la intención de los que difundieron los videos no era hacer justicia sino sacar a Andrés Manuel de la jugada.
La segunda tentativa fue el desafuero y con ella se gestó un verdadero movimiento de masas en torno a Obrador. Las causas de esto son varias. Una es que, nuevamente, la gente percibió que el asunto era una maniobra orquestada desde la secretaria de gobernación para eliminar al candidato más popular. Otra es que la gente, convencida por los programas sociales aplicados en el DF y por el discurso de Obrador, cree que él es una alternativa a las políticas que en los últimos veinte años han generado más miseria. La gente marchó, pues, en defensa de Obrador pero también en defensa propia, en contra del rumbo que ha llevado el país. La tercera causa es que el propio Obrador llamó a la movilización. Sin esto último, la indignación y rechazo de la gente no hubiera pasado de formar una “corriente de opinión” contraria al desafuero. Pero trascendió ese nivel y se concretó en un verdadero movimiento de masas. La marcha del millón y pico de personas fue algo inédito en la historia de México. Nunca antes ningún movimiento, ni el del 68 ni el zapatismo, habían convocado a tanta gente. Querer reducir esto a un fenómeno de acarreo es cerrar los ojos a la realidad. Pero no sólo estamos hablando de la marcha. Espontáneamente la gente en barrios, escuelas, centros de trabajo, se organizó para asistir a las concentraciones, redactó volantes, pintó mantas, etc., todo ello con independencia de la burocracia del PRD. Con el movimiento contra el desafuero se ha dado un proceso de politización y se ha despertado una energía social como no se había visto desde el 88. Lo que sucede es que desde ese año, la burguesía no ha logrado consolidar otra vez su dominio ideológico y político. Es cierto que sorteó la crisis del 88 pero desde entonces se encuentra tambaleante, no termina de asentarse y a eso contribuyó definitivamente el levantamiento zapatista. El último intento de restablecer el consenso y de recuperar la legitimidad perdida fue la transición pactada del 2000 pero, a tan sólo cinco años, ya es evidente que no funcionó. La magnitud del movimiento contra el desafuero expresa ese hartazgo, mismo que no terminó con la derrota del PRI.
Por otro lado, el intento de desaforar a Obrador, orquestado desde la presidencia, es la manifestación clara de una pugna cada vez más fuerte entre distintas fracciones de la burguesía. Quienes afirman que en la derecha y en la burguesía “todos son iguales”, que hay homogeneidad y acuerdo total, no sabe nada de la derecha o es un demagogo o piensa con las vísceras. Cualquiera que haya tenido la más modesta militancia en la izquierda sabe que en ella hay tendencias, fracciones y matices. En la derecha pasa lo mismo. Lo que diferencia a Obrador de los políticos del PRI y del PAN es que no va privatizar los energéticos, que se propone cumplir los acuerdos de San Andrés, que no es conservador en materia moral y educativa, que va a revisar (superficialmente pero al fin lo va a hacer) el TLC. Todo esto no lo hace por amor a la patria, como ya dijimos, sino porque le conviene a ciertos empresarios. Pero aquí no estamos para juzgar moralmente a Obrador, no nos importan sus intenciones, buenas o malas, a la hora de defender el petróleo o de reducir las tarifas de la gasolina. Lo que nos importa es que son medidas que objetivamente , independientemente de las motivaciones que hay detrás de ellas, van en contra de la creciente miseria y son un dique, frente a la venta de la nación.
Para la derecha neoliberal que ha gobernado este país en los últimos veinticinco años, Andrés Manuel López Obrador es demasiado tibio, hace demasiadas “concesiones”. Ellos quisieran alguien que aplicara mano de hierro contra las protestas del pueblo, que siga a costa de todo el evangelio neoliberal y que responda con plomo a la inseguridad y a la pobreza. Ellos quisieran alguien como Felipe Calderón o Madrazo. Por eso quisieron desaforarlo. Sin embargo, lo que más les preocupa es que, cuando se sabe arrinconado, no titubea en recurrir a las masas y eso es peligroso pues siempre existe la posibilidad de que las masas lo rebasen, que no lo obedezcan cuándo intente desmovilizarlas No es la primera vez que Obrador llama a movilizaciones. Todos conocemos la célebre toma de pozos petroleros en Tabasco que Obrador dirigió para protestar contra el fraude electoral. De tal suerte, la burguesía conoce la forma de actuar de Obrador. Cierto es que el mismo desactivó el movimiento contra el desafuero, pero la burguesía de lo que se acuerda es de que lo activó.
La burguesía lo toleraría como un mal menor pero no confía en él. Muestra clara de ello es que han tratado de atarle las manos con el famoso Pacto de Chapultepec y con la iniciativa de dar autonomía a las instituciones encargadas de las finanzas del país. Lo que quieren es que cuando llegue a la presidencia, si lo dejan llegar, no pueda cambiar el rumbo económico del país por grande que sea la presión popular.
Otra razón de la burguesía y de la derecha más recalcitrante para oponerse a Obrador es que en el contexto actual de Latinoamérica, su triunfo puede fortalecer al bloque de izquierda que se ha formado en la región. Por el simple hecho de ser frontera con los Estados Unidos y la segunda economía latinoamericana, cualquier medida que tome Obrador, por limitada que sea, en contra del neoliberalismo y en defensa de la soberanía nacional, tendrá un impacto enorme en todo el continente. Y si la presión popular lo hiciera sumarse al MERCOSUR, lo cual no es imposible, cambiaría totalmente la correlación de fuerzas en la región. Tenemos claro que, de triunfar, Obrador no va a ser un Chávez y que, más bien, puede ser un Lula. Pero si ponemos atención a que la política de Brasil ha sido en lo interno desastrosa pero que ha fortalecido al bloque de países opositores a EEUU, veremos que hay razones de peso para que buena parte de la burguesía, nacional e internacional, no esté muy tranquila con un posible triunfo del político tabasqueño.
LAS TENDENCIAS DE LA IZQUIERDA FRENTE AL 2006
Dejando de lado el análisis de aquellos que dentro y fuera del PRD plantean sumarse incondicionalmente a la campaña de Obrador, se perfilan tres tendencias en la izquierda frente a la elección presidencial de 2006.
Levantar un movimiento independiente y opuesto al de Obrador.
Partiendo de una valoración correcta de Obrador como un candidato del sistema capitalista, los zapatistas lanzan una propuesta política que tiene grandes defectos: La otra campaña. Ya que los del PRD son unos traidores y Obrador un neoliberal, el EZLN declara que se lanzará con todo sobre ellos aunque eso los aísle, que los van a hacer pedacitos. Por otro lado, llama a la izquierda nacional y a la población en general a unirse en lo que llama la otra campaña, a deslindarse de la política electoral y a construir desde abajo los cambio que el país requiere. En suma, lo que Marcos y sus aliados se proponen no es participar en el movimiento de masas alrededor de Obrador sino crear otro movimiento, paralelo y opuesto a aquel.
Esta propuesta, agrupar a la izquierda en un frente independiente de la burguesía es, una intención correcta. Pero la forma concreta en la que se ha desenvuelto tiene dos grandes defectos: su carácter sectario y su incomprensión de los tiempos políticos. La propuesta del EZLN es sectaria porque excluye a todos aquellos que formen parte de algún partido con registro o que tengan alguna relación con ellos. Es cierto que los partidos con registro que se reivindican de izquierda (el PRD y el PT) son aparatos regidos por la inercia burocrática, pero es innegable que dentro de ellos hay muchas personas y organizaciones que tienen una perspectiva socialista y revolucionaria e incluso un trabajo popular de años. Decir que esos partidos no son de izquierda no refleja toda la realidad. Sería más preciso decir que hay una izquierda dentro de ellos, misma que se encuentra sometida por un entramado burocrático. Además, un enorme segmento de los simpatizantes del EZLN son las propias bases del PRD. Estos militantes de base en más de una ocasión han desafiado a sus dirigencias para sumarse a las iniciativas que vienen del EZLN o repudiado públicamente a sus dirigentes cuando las decisiones de estos han afectado al movimiento indígena y/o zapatista, como en el caso del senador Jesús Ortega, quien ratificó la infame ley indígena. Lo mismo pasa con organizaciones que no son parte del PRD pero tienen algún vínculo con él o algunos de sus miembros son militantes de dicho partido, Marcos las excluye sin ponerse a pensar que esas organizaciones son precisamente las que han atendido todas sus propuestas y las que han salido a la defensa de las comunidades autónomas cuando las acosa el ejército. Y más aún, para el ciudadano común, que no milita en ninguna organización pero tiene tendencias progresistas, no hay ninguna contradicción entre apoyar a EZLN y a Obrador al mismo tiempo.
El EZLN marca una línea clara: “con nosotros o con ellos” y muchos de los que están en la otra campaña se regocijan señalando despectivamente con el dedo a los millones de mexicanos que apoyan a Obrador. En general el planteamiento de la otra campaña es correcto pero, insistimos, tiene grandes carencias. ¿Quién no desea una agrupación anticapitalista, independiente y de masas? Todos lo deseamos pero eso no se consigue de la noche a la mañana. La gente que ha estado sometida a la dirección intelectual y moral del PRD y, en última instancia, de la burguesía, no va a volverse anticapitalista en el curso de los próximos seis meses. Los simpatizantes de Obrador no van a abandonar a su candidato, ni siquiera a exigirle que profundice su programa, con la simple lectura de un panfleto revolucionario o con una arenga de mitin porque, quizá, ni siquiera se han dado cuenta de que lo que propone es insuficiente. Nuestra labor es convencerlos de ello, claro, pero eso no lo conseguiremos en un día ni de aquí al dos de julio. Y mucho menos lo conseguiremos si los tratamos como enemigos, como “sucios electoreros”.
La situación es que en los últimos años se ha gestado un movimiento de masas dirigido por la burocracia y lo que los zapatistas buscan es levantar, con la sola fuerza de la voluntad y de manera rápida, otro movimiento. Nosotros creemos que las cosas no son tan sencillas. Es muy difícil convencer a la gente de emprender una lucha anticapitalista cuando está movilizada y dirigida por un burgués. No por ello hay que dejar de hacerlo pero hay que plantearnos una táctica realista para ello.
Por otro lado, hay quienes desde dentro de la otra campaña se oponen a Obrador porque, ciertamente, éste busca mediatizar las luchas, otorgar paliativos y, así, evitar un estallido social. Algunas personas piensan que lo mejor es que esos paliativos nunca lleguen, que crezca la ya asfixiante miseria pues sólo así la gente se levantará contra sus opresores. Nosotros pensamos que esa posición es equivocada y criminal pues, en primer lugar, la miseria por sí misma nunca genera movimientos revolucionarios. Que la opresión despierte la indignación de la gente y que eso se traduzca en luchas y conquistas para el pueblo depende más de nuestra organización, que de la magnitud de la pobreza. Por otro lado parece, que esa posición tiene detrás un deseo de castigar a la gente más que de lograr algún cambio. Estas personas piensan “ojalá el pueblo se hunda cada vez más en la pobreza, a ver si así se decide a levantarse”.
La matriz de este tipo de razonamientos es un tipo de economicismo, el cuál supone de manera mecánica, que el incremento de la pauperización incrementará la conciencia de las masas, por lo tanto cree contraproducente la lucha por conseguir reformas en materia laboral o de derechos políticos que incrementen el bienestar de los de abajo. Nada más errado, si bien las luchas por reformas cuando son dirigidas por el reformismo efectivamente sirven para frenar el movimiento autónomo de las masas, por el contrario, cuando dichas reformas son arrebatadas al Estado burgués por el empuje de un movimiento radical, de ninguna manera frenan la lucha, por el contrario, siembran la confianza de las clases subalternas en sus propias fuerzas; en ese momento es mucho más fácil para las direcciones revolucionarias ayudarlas a transitar hacia formas superiores de lucha.
Si somos inteligentes y eficientes en nuestra lucha, podemos tomar todos los paliativos, exigir cada vez más y, a la vez, ir construyendo la organización que nos llevará hacia la concreción de una sociedad más justa, es decir socialista.
Ahora bien, también hay adherentes a La otra campaña – muy numerosos - que atinadamente piensan que es necesario frenar las privatizaciones en el sector salud, en el educativo, luchar por un mejor salario, etc., es decir al menos en su práctica validan las luchas por reformas, entonces ¿porque no impulsar la candidatura de AMLO?, ya que con un Obrador en la presidencia, acotado por la presión popular ¿no es evidente que dispondríamos de un escenario más favorable para que la clase trabajadora (o los de abajo y a la izquierda, si se prefiere) librara luchas por obtener reformas favorables, o en su caso frenar las adversas que emanen del poder? Desde luego, siendo Obrador un político no socialista, presentará fuertes resistencias a las reivindicaciones de los trabajadores, incluso podría llegar a reprimir, pero en el peor escenario, el marco represivo sería mucho menor que con el PRI o el PAN en el poder.
Insistimos: la posible llegada de Obrador a la presidencia no soluciona de raíz los problemas de los trabajadores y sus familias, únicamente significa un escenario más favorable para seguir luchando. ¿Porque no elegir entonces el camino menos duro? Hay una explicación:
Si no se elige esa vía, e incluso se ponen todas las energías en impedir que se concrete, entonces La otra campaña y particularmente la comandancia zapatista y el sub Marcos están apostando a que todos los que participamos en el movimiento popular, transitemos durante el próximo sexenio por el camino o el escenario de lucha más difícil, es decir con Calderón o Madrazo como presidente; no queremos decir que haya una componenda, algo turbio, únicamente que la estrategia que subyace a esta decisión política es profundamente equivocada. Es decir, piensan que a mayor represión habrá mayor concientización de la población.
Históricamente este razonamiento ha conducido a las fuerzas populares y socialistas a terribles derrotas: Un buen ejemplo lo encontramos en Chile, el régimen represivo de Pinochet no contribuyó a fortalecer la conciencia de clase de los de “abajo y a la izquierda”, en vez de eso la población retrocedió en sus niveles de conciencia y organización; 33 años después aún no se recupera.
Disputarle a Obrador la dirección del movimiento .
Nuestra tesis es que en algunas ocasiones las pugnas entre fracciones de la burguesía, llevan a un sector de ésta a ponerse a la cabeza de un movimiento popular y de masas y que en esas situaciones lo correcto es entrar al movimiento y apoyarlo, pero combatir a su dirección. No participar en esos movimientos –sea por miedo a que la presencia de burócratas y políticos de derecha nos contamine o por creer que al hacerlo traicionamos nuestros principios- es precisamente lo que las dirigencias traidoras y corruptas quieren. Para ellos lo conveniente es que nadie los moleste cuando engañan a las masas, que nadie les eche a perder la fiesta cuando las utilizan y las llevan al matadero, que nadie esté ahí presente para decir “compañeros, nos están engañando”. Esto ya ha sucedido muchas veces en México. Es el caso del movimiento del Seguro Social. Por causas que no vamos a exponer, un charro del PRI como Vega Galina, encabezó un justo movimiento popular. Lo correcto fue apoyar al movimiento e impulsar a la gente para que rebasara y desplazara a la dirigencia traidora. Pero no lograremos si nos limitamos a dar una arenga con nuestro periódico en la mano, si desde nuestro púlpito de curas rojos les decimos que abandonen el mal camino; hay que hacerlo pero desde dentro, al calor de las movilizaciones, desde la vida cotidiana del movimiento, cuando se está hombro a hombro con el compañero que está tomando conciencia de la situación, compartiendo sus experiencias.
Desde luego existen diferencias importantes entre la política sindical y la electoral, pero esta es la línea política que juzgamos correcta en el caso del movimiento en torno a Obrador. Participando en el proceso electoral de 2006 no nos estamos rindiendo a la burocracia, al contrario, entramos para combatirla, para arrebatarle la dirigencia o, al menos, para debilitarla. La medida en la que lo logramos dependerá de la cantidad de gente que se sume a esta propuesta, así como de la calidad de nuestro trabajo.
Lo que los curas rojos no entienden es que, para dirigir al pueblo, primero hay que seguirlo. Hay que acompañarlo en el proceso electoral, señalando las insuficiencias y vacilaciones de Obrador, fomentando un ambiente de debate y reflexión que, poco a poco se vayan dando cuenta de las cosas por sí mismos. Pero además hay que ir construyendo durante la campaña comités de base, que no se limiten a votar y a promover el voto sino que realicen un trabajo comunitario aprovechando la efervescencia electoral y que se dispongan a defender el triunfo en el caso - bastante probable - de que el Estado intente realizar un fraude.
El plan es no dejarle a la burocracia toda la energía social que se ha desatado. Esta es la oportunidad para un crecimiento de la izquierda que revierta el efecto diluyente del 88. La idea es que las personas que militan en el PRD se convenzan gradualmente -no sólo con comunicados, también con su propia experiencia y organización- de que es posible un referente real para la izquierda. El caso de Brasil es ilustrativo en esto. Cuando Lula fue nombrado candidato del PT brasileño, en los círculos de izquierda ya se sabía que era un dócil sirviente de las transnacionales y que no resolvería los problemas de la gente. Un sector decidió quedarse fuera de la campaña y denunciar a todos los que lo apoyaron como traidores. Otros entraron a la campaña y la utilizaron como pretexto para conocer a los sectores inconformes y democráticos del propio PT, para acercarse a la gente de los barrios, de las escuelas y las fábricas. Cuando el gobierno de Lula terminó por mostrar el cobre, el sector de la izquierda que participó en la campaña decidió escindirse del PT con toda la gente a la que había contactado y formar un partido que verdaderamente representa una alternativa de clase: el Partido de la Solidaridad. Los que no participaron en el proceso pudieron darse el gusto de echarle en cara a los demás “se los dijimos, Lula los iba a traicionar” pero fuera de ese mezquino placer no construyeron nada. Los otros, en cambio, utilizaron el proceso electoral para avanzar en sus propias luchas y fines.
El caso de México podría ser similar si, como hemos señalado anteriormente, somos capaces de reunir en calidad y cantidad las fuerzas suficientes, hoy dispersas o confundidas. Por eso creemos que todas las fuerzas socialistas, pequeñas o grandes deben entrar al proceso electoral porque es una gran oportunidad para hacer avanzar a la izquierda, para acercarnos a muchísima gente y atraerla a un proyecto socialista.
Existe una tercera tendencia en la izquierda mexicana. Varias organizaciones tienen serios desacuerdos –desacuerdos que compartimos- con la política zapatista: creen que sus planteamientos de cambiar el mundo sin tomar el poder, que su elogio de lo espontáneo y lo no organizado, su renuncia al concepto de lucha de clases, entre otras cosas, son un serio error y por eso no se suman a la Sexta. Pero tampoco concuerdan con Obrador y no se sumarán a la campaña electoral, creen que ello es una traición. Entonces lo que harán será seguir su trabajo en colonias, ejidos y centros de trabajo como si no pasara nada. Es cierto que el trabajo que nos proponemos (el trabajo de base en colonias, la formación de brigadas universitarias, etc.) se puede hacer en cualquier momento, sea año electoral o no, exista o no López Obrador. Sí, pero de lo que se trata es de aprovechar la coyuntura para hacer ese trabajo de forma más eficiente y amplia, aprovechar que mucha gente está dispuesta a organizarse, a escuchar y discutir, que está receptiva y atenta a la vida política nacional como no lo había estado en varios años.
Por otro lado, nuestro trabajo de base no es una torre de cristal que no se ve afectada por lo que sucede en el país. Por más que cerremos puertas y ventanas de las escuelas, fábricas y colonias donde operamos, nuestra actividad se verá influida por lo que pase a nivel nacional, por las elecciones. Además, las amas de casa, los trabajadores, los campesinos y los estudiantes con los que trabajemos nos exigirán una definición sobre las elecciones, nos pedirán orientación sobre ese asunto y ¿qué les vamos a decir? ¿que hagan como si no existiera, pues es un truco de la burguesía y además solo la revolución socialista es cambio? Efectivamente es un truco y sólo el socialismo es un cambió real, pero el complejo proceso de aprendizaje y radicalización de las masas no se puede abreviar de esa manera. La realidad es que la orientación y organización a partir del ámbito electoral que no encuentren en nosotros la buscarán en otro lado, en las mafias del PRD, mafias que harán todo lo posible por corporativizarlos, someterlos y llevarlos a su molino. Con esto a quien benefician indirectamente y sin proponérselo es precisamente al nefasto grupo de asesores de López Obrador.
En efecto, una de las ideas que motivan a la izquierda radical a abandonar los actuales espacios políticos electorales, dejando a las masas en manos de las mafias, es que las elecciones sólo son un circo, que sólo son una distracción. Y sí, en las elecciones no hay alternativas reales entre las cuales elegir, las diferencias entre los candidatos son de matiz y no de fondo. En ese sentido, son un embuste. Pero decir que son un distractor es una equivocación pues en ellas se juega el futuro del país, no porque Obrador sea una opción real, por sí mismo no pasaría de ser quien corrigiera los “excesos” del sistema para continuar con lo mismo; en realidad el futuro del país se juega en el proceso paralelo de debate, lucha y organización popular que ocurre dentro de la campaña electoral. Quisiéramos que el rumbo de la nación se jugara hoy en las asambleas campesinas, en los consejos de fábrica, con los fusiles en la sierra o las calles, pero esto aún no es posible; Es así que, en el sentido que indicamos, el futuro de la nación se juega en las elecciones y por ello la participación en el proceso electoral no es un simple distractor, es un asunto de primera importancia.
En este sentido una consideración final:
Sabemos que en el caso de que se cometa un fraude electoral contra AMLO, entre las masas que se movilizarían para defender el triunfo, encontraremos a una parte de los integrantes de La otra campaña, que saldrán a nuestro lado a defender el estado de derecho como ya lo hicieron cuando el desafuero, nos lo han dicho y por supuesto les creemos. Como actitud ética esto merece un reconocimiento, pero valorándolo como decisión política, creemos que ya sería tarde sumarse al movimiento en ese momento; pues para evitar que negociaciones en lo oscurito desarticularan las movilizaciones que pudieran fortalecer al bloque de izquierda dentro de la campaña, los socialistas, los radicales hacemos falta dentro del proceso electoral, ganando la confianza de las masas desde este momento.
Las tareas de la izquierda en la presente coyuntura
Como puede verse, México se dirige a una difícil coyuntura en la que – de construirse la unidad sobre un acuerdo mínimo - puede ponerse un freno a la venta de la nación, pues si no hay nación, no hay posibilidad de construir el socialismo, además podría revertirse el efecto disolvente que el 88 tuvo sobre la izquierda, contribuyendo de manera importante a destruir la ilusión que representa el PRD.
LLAMAMOS A LAS BASES DE LOS PARTIDOS, A LAS ORGANIZACIONES DE COLONOS Y CAMPESINOS, DE ESTUDIANTES, A LOS SINDICATOS, A LAS AGRUPACIONES POLÍTICAS SOCIALISTAS Y AL PUEBLO EN GENERAL –INCLUYENDO A TODOS AQUELLOS ACTUALMENTE SE ENCUENTRAN EN LA OTRA CAMPAÑA- A CONFORMAR UN BLOQUE DE IZQUIERDA DENTRO DE LA CAMPAÑA DE AMLO, QUE SE AVOQUE A LA CREACIÓN DE BRIGADAS DE RESISTENCIA CIVIL , LAS SIGUIENTES TAREAS DE DICHAS BRIGADAS PARA LOS PRÓXIMOS SEIS MESES SERÁN:
PROMOVER EL VOTO CRÍTICO A FAVOR DE LÓPEZ OBRADOR, IMPULSANDO LA DISCUSIÓN DE LAS LIMITACIONES DE SU PROGRAMA, EN LA INTENCIÓN DE COLABORAR A LA CONSTRUCCIÓN DE UN VERDADERO PROYECTO ALTERNATIVO DE NACIÓN , PENSADO DESDE EL PUEBLO Y PARA EL PUEBLO, EL CUAL RECOJA Y ENRIQUEZCA LOS OBJETIVOS, EL PROGRAMA MÍNIMO Y LOS CONSENSOS DEL 2º DIALOGO NACIONAL Y SUS SESIONES SUCESIVAS.
PROPONER A LOS AGRUPAMIENTOS POLÍTICOS Y SOCIALES E INDIVIDUOS QUE CONFORMAMOS EL ALA IZQUIERDA DE LA CAMPAÑA DE OBRADOR, ASÍ COMO A NUESTROS COMPAÑEROS QUE HAN DECIDIDO NO PARTICIPAR EN EL ACTUAL PROCESO ELECTORAL, LA CREACIÓN DE UNA INSTANCIA DE COORDINACIÓN PARA EXIGIRLE AL PEJE EN CASO DE TRIUNFO LA IMPLEMENTACIÓN DEL LLAMADO “VERDADERO PROYECTO ALTERNATIVO DE NACIÓN”. DICHA INSTANCIA NO SUSTITUYE LOS ESPACIOS NATURALES Y ESTRUCTURAS PARTIDARIAS O DE CAMPAÑA EN QUE SE HA VENIDO PARTICIPANDO.
EL PUNTO DE CONFLUENCIA PARA ESTA DISCUSIÓN PODRÍAN SER LOS ESPACIOS DEL DIÁLOGO NACIONAL .
ENMARCAR LA CAMPAÑA EN UN TRABAJO DE BASE, COMUNITARIO Y DEMOCRÁTICO QUE PERMITA REBASAR EL CARÁCTER DE LAS CAMPAÑAS TRADICIONALES, PROLONGANDO LA ORGANIZACIÓN DESPUÉS DE LOS COMICIOS
LLEVAR UNA POLÍTICA DE ACERCAMIENTO Y DIÁLOGO CON LA OTRA CAMPAÑA PUES NUESTRAS INICIATIVAS NO SON OPUESTAS. PROMOVER LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA EN ESTA DIFÍCIL COYUNTURA
EN CASO DE FRAUDE, LLAMAR A TODAS LAS FUERZAS ORGANIZADAS E INDIVIDUOS, SIN DISTINCIÓN PARTIDARIA O POSICIÓN RESPECTO A LAS ELECCIONES, A DEFENDER EL ESTADO DE DERECHO DE LA MISMA MANERA QUE LO HICIMOS CUANDO EL DESAFUERO, AHORA MEDIANTE ACCIONES DE RESISTENCIA CIVIL. DEFENDER EL TRIUNFO AÚN SIN LA PARTICIPACIÓN Y APOYO DEL MISMO OBRADOR.
ES MUY PROBABLE QUE LA COALICIÓN QUE PUEDE LLEVAR A LA PRESIDENCIA A OBRADOR, NO OBTENGA LA MAYORÍA EN EL PODER LEGISLATIVO, SIENDO – POR EL MOMENTO – ESTA INSTANCIA LA ÚNICA VÍA QUE TIENE EL PUEBLO PARA LLAMAR A UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE, SIN EMBARGO LOS GRANDES CAMBIOS PUEDEN EMPEZAR AL MOMENTO DEL TRIUNFO DE AMLO; ESTO SI DESDE HOY COMENZAMOS A PLANIFICAR UNA ASAMBLEA NACIONAL POPULAR QUE COORDINE EL CERCO SOCIAL QUE DEBE PRESIONAR A OBRADOR A LA IZQUIERDA, EXIGIENDO QUE EN EL MOMENTO QUE ASUMA EL PODER, EMITA URGENTEMENTE DECRETOS QUE FRENEN :
• El proceso de privatización de los energéticos
• El proceso de desmantelamiento y privatización de la Seguridad Social
• Las modificaciones a la ley federal del trabajo, las cuales benefician aún más al capital y acentúan los perjuicios para el trabajador.
• Los procesos de reestructuración de la educación pública que pretenden ponerla al servicio del gran capital y excluir a los que menos tienen.
• La actual legislación en materia de derecho de los pueblos indígenas, preparando las condiciones para asumir – cuando menos – los acuerdos de San Andrés
• La nueva ley en materia de medios de comunicación, que beneficia a los grandes consorcios, en detrimento de los medios públicos y comunitarios.
• La aplicación del TLC - cuando menos -en ámbitos estratégicos que están siendo desmantelados.
Finalmente sería importante exigirle que su voluntad de consulta al pueblo, la materialice – también vía decreto - en un proyecto de referendo popular , al que el Poder Ejecutivo se someta si alguna medida, acuerdo o nombramiento genera fuerte rechazo o dudas sobre si procura o no el bienestar de las mayorías o si lesiona la soberanía nacional.
El conjunto de estos decretos permitirían que el movimiento sindical, popular, campesino y estudiantil dejara de retroceder ante los avances del capital, y en ese momento establecer la estrategia y las tácticas necesarias para avanzar hacia una acumulación de fuerzas que permitieran refundar la nación, avanzar hacia el socialismo.
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